Lyn May es una vedette que alcanzó la fama debido a su hermosa figura y espectacular rostro en su juventud; sin embargo, su deseo de ser más bella, la llevó a tomar la peor decisión de su vida, inyectarse aceite de bebé en la cara.
Luego de la intervención, el rostro de Lyn May quedó desfigurado sin remedio alguno. La misma situación sufrió el exitoso estilista mexicano, Hugo Hernández, quien ahora depende de quince medicamentos y su apariencia es objeto de discriminación.
El estilista mexicano comenzó con su adicción por la vanidad en 1997, cuando empezó a inyectarse colágeno porque deseaba ser como un artista.
Cirugía tras cirugía, y después de inyectarse colágeno, su rostro se desfiguró pareciendo plastilina derretida, aunque no le causa dolores.
“Tengo que llevar un régimen alimenticio especial, tomar mucha agua, no desvelarme, nada de alcohol y llevar un estilo de vida tranquilo» explica a la televisión Hernández García, que reconoce que ahora está pagando, «tal vez era necesario que yo quedara de muestra para que la gente no lo haga”, declaró el hombre en algunas entrevistas.
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