Alfredo García
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El artificio “democrático” del sistema electoral de Estados Unidos, que permite a un candidato presidencial ganar la elección perdiendo el voto popular, no tiene espacio en las elecciones legislativas del próximo 6 de noviembre. A 49 días de los comicios, las encuestas revelan una amplia ventaja demócrata con un 8.3% más de votos que los republicanos y probable mayoría en la Cámara de Representantes y Senado, que se renuevan íntegramente y en un tercio respectivamente.
El prestigioso, Brookings Institution, evaluó cerca de 1,900 candidatos a distintos puestos del Congreso de unas 600 primarias en todo el país. Con datos hasta julio, el número de nuevos aspirantes que buscan derrotar a un legislador ya electo, se había elevado a 280 frente a 60 en la misma fecha en las elecciones legislativas de 2014.
La llegada al escenario electoral de nuevos líderes, han traído consigo temas más radicales. Ya no es sólo la protección médica del Obamacare, sino lograr una cobertura universal de salud; de una reforma migratoria y mejora en la protección fronteriza a abolir el ICE; de reclamar un salario mínimo de 15 dólares la hora a un avance para mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores. Una inequívoca señal de que las posiciones de ultraderecha generan su contrario, es el crecimiento de la organización, Socialistas Democráticos de América que desde su fundación en 1982 se mantenía estable con unos 6,000 miembros, tras la elección de Trump superan los 40 mil.
La pasada semana, Ayanna Pressley se convirtió en la primera afroamericana electa por Massachusetts en la Cámara de Representantes. Días antes, el también afroamericano Andrew Gillum logró la candidatura a gobernador en Florida. El pasado julio, Alexandria Ocasio-Cortez, de origen hispano, se impuso en las primarias del 14 distrito congresional de New York, seguida por Rashida Tlaib, de origen palestino, que en agosto ganó las primarias en Michigan y se potencia como la primera mujer musulmana en el Congreso.
En las primarias demócratas de New York ganó el gobernador Andrew Cuomo, al derrotar a la popular actriz Cynthia Nixon. Hijo de un gobernador, vinculado al clan Kennedy por su esposa y larga carrera política bendecida por donantes millonarios, el gobernador Cuomo representa al sistema pero con un mensaje progresista. Sin embargo, para confirmar la regla, la abogada afroamericana Letitia James ganó la candidatura a fiscal general.
Especial atención está recibiendo el crecimiento de las mujeres. Stacey Abrams, es candidata a la gobernación de Georgia. Silvia García y Verónica Escobar, pueden ser las primeras latinas en ganar un escaño por Texas. Debbie Murcasel-Powell, de origen ecuatoriano, ganó una nominación para Florida. Gina Ortiz-Jones, de origen filipino, obtuvo la victoria en el distrito de Texas, el más grande de la frontera. En California el Senado está ocupado por mujeres desde hace más de dos décadas. El pasado junio, London Breed se convirtió en la primera alcaldesa negra de la ciudad de San Francisco. Aun así las mujeres muestran un bajo nivel de representación. Hay 23 en el Senado de 100 escaños, 84 en la Cámara de Representantes de 435 escaños, 6 gobernadoras, 25% en los Legislativos estatales y el 20% en las alcaldías de las 100 mayores ciudades.
Las elecciones de medio término, se dan en medio de un renovador impulso del sector progresista demócrata en las primarias, particularmente mujeres, jóvenes y políticos pertenecientes a minorías, lo cual se atribuye al impulso provocado por el senador socialdemócrata Bernie Sanders en las pasadas elecciones presidenciales, el tono más progresista de la candidata presidencial Hillary Clinton y el creciente rechazo a la gestión de gobierno de Donald Trump.