Llevaba casi tres décadas fugitivo
LA PAZ, Bolivia, 13 de enero (AP).- Cesare Battisti, un miliciano de izquierda capturado casi tres décadas después de ser condenado por asesinato, fue entregado el domingo en Bolivia a las autoridades italianas, allanando el camino para que concluya una larga lucha por llevarlo ante la justicia.
Battisti, de 64 años, fue detenido el sábado en la región de Santa Cruz, a unos 590 kilómetros al este de La Paz, y está volando a Italia bajo custodia de la Interpol en un avión Falcon enviado por el gobierno italiano, según informó a The Associated Press el director de la Interpol en Bolivia, el coronel Paul Saavedra.
La entrega se hizo en el aeropuerto de Viru Viru en Santa Cruz a las 5 de la tarde, explicó.
Condenado en ausencia a cadena perpetua en Italia, Battisti, de 64 años, pasó antes por México, Francia y Brasil, cuya justicia rechazó en un primer momento la extradición a su país y luego la autorizó.
Roma quiere castigar a uno de los últimos protagonistas de los “años de plomo” de violencia de la década de 1970, quien volverá a pisar de nuevo a Italia el lunes, 38 años después de su primera huida.
Battisti, políglota de voz dulce y escritor de novelas policiales, nació en el sur de Roma el 18 de diciembre de 1954 en una familia comunista pero también católica, como él.
Tras pasar varias veces por la prisión por delitos comunes, a finales de los años 1970 se unió a la lucha armada dentro del grupo Proletarios Armados Por el Comunismo (PAC).
“Intentar cambiar la sociedad con las armas es una estupidez pero bueno, en esa época todo el mundo tenía pistolas”, dijo en 2011. “Había guerrilleros en el mundo entero, Italia vivía en una situación prerrevolucionaria”, agregó.
Tras ser detenido en Milán, fue encarcelado en 1979 y en 1981 logró escapar. En 1993 fue condenado en ausencia a cadena perpetua por dos asesinatos y por complicidad en otros dos cometidos en 1978 y 1979, crímenes de los que dice ser inocente.
Tras pasar por México encontró refugio en Francia entre 1990 y 2004 gracias a la protección del expresidente socialista François Mitterrand, que se comprometió a no extraditar a ningún militante de extrema izquierda que hubiera renunciado a la lucha armada.
Igual que un centenar de militantes italianos de aquella época, Battisti rehizo su vida en París. Trabajó como guardián en un edificio y empezó a escribir y publicar una docena de novelas policíacas con muchos elementos autobiográficos que tratan temas como la redención o el exilio de exmilitantes extremistas.
Battisti vivió en Brasil durante años, pero el presidente saliente Michel Temer firmó el mes pasado un decreto ordenando su extradición, ante lo cual el miliciano habría hecho un último intento por evitar cumplir su pena.
El ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, apuntó que el miliciano “terminará sus días en prisión” tan pronto pise Italia.