Horas antes de que el tifón “Hagibis” azotara a Japón, el cielo de Tokio se tiñó de morado brillante, dicho fenómeno es producido antes o después de un gran huracán, por lo que en esta ocasión estaba anunciando la llegada de un desastre natural.
Madrid, 14 de octubre (EuropaPress).- En las horas previas a que el tifón “Hagibis” golpeara Japón , varios ciudadanos de Tokio, la capital, levantaron sus cabezas al cielo y se encontraron con un fenómeno climático tan hermoso como inquietante: cielos morados brillantes.
Algunos especularon que se trataba de un presagio, prometiendo la destrucción que se avecinaba. Pero la siguiente cuestión estaba en el aire: ¿por qué el cielo se volvió de color morado?
Un cielo púrpura o morado es un fenómeno que a menudo precede o sigue a un gran tifón o huracán. Sucedió tras el paso del huracán “Michael” por Florida y, también, tras el paso del “Dorian” por las Bahamas.
Según la explicación de los científicos, este curioso fenómeno ocurre por la dispersión de la luz a través de las partículas pequeñas, que son alteradas por la inminente tormenta.
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A modo de introducción para entender un poco mejor este fenómeno: La luz es una forma de energía que se transmite en ondas. A diferencia del sonido, que también viaja en forma de ondas pero que necesita de un medio material (aire, agua, sólidos) para transmitirse, la luz es una onda electro-magnética, que puede viajar en el vacío o en medios transparentes (como el aire y el agua). La luz del Sol está compuesta de infinidad de ondas de diferentes longitudes de onda. La longitud de onda es la distancia entre dos “crestas” sucesivas de una onda. Nuestros ojos pueden ver un cierto rango de longitudes de onda, que corresponden a distintos colores: desde el rojo (longitud de onda más larga), pasando por anaranjado, amarillo, verde y azul, al violeta (la longitud de onda más corta que podemos ver).
Los cielos se pintan de morado antes o después de un huracán. Foto: Twitter vía @JustTravel
Normalmente, a medida que la luz del sol llega a la Tierra, la mayoría de los colores del espectro son capaces de alcanzar la superficie sin interrupciones. Pero las longitudes de onda más cortas (azul, violeta) están dispersas en todas las direcciones por las moléculas gaseosas del aire. A esto se le conoce con el nombre de dispersión de Rayleigh y es la causante de que veamos el cielo de color azul.
El color morado/violeta que apareció en Tokio justo antes de la tormenta se debe, precisamente, a esta y a la manera en que alteró y propició las condiciones adecuadas (humedad) para que ese color tan difícil de ver para nosotros hiciera su aparición.