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Victoria de AMLO, parteaguas en AMLAT

No cabía duda alguna de que estábamos enfrentando una ola de movimientos de derecha extrema y, para comprender lo que está sucediendo, es importante recurrir a una perspectiva histórica, como la que explica John Bellamy Foster, profesor de sociología en la Universidad de Oregón y editor de la revista estadounidense de izquierda Monthly Review.

El mapa político a ambos lados del Atlántico parecía revelar un ascenso de la extrema derecha en el mundo. En la mayoría de las economías europeas, desde las más grandes y fuertes hasta las más pequeñas y débiles, se advertía un incremento electoral de las fuerzas de derecha mientras en el otro lado del Atlántico, éstas fuerzas de la reacción lograban impunemente un éxito tras otro recurriendo a variadas formas de violencia disfrazada.

Pero el limpio y contundente triunfo electoral de Andres Manuel López (AMLO) en la contienda por la presidencia de México parece haber sido parteaguas hacia una realidad distinta.

Se conoce que contra esta grandiosa victoria de los mexicanos se puso en práctica la gran operación clandestina Berlín, bautizada así por el nombre de la calle de la capital mexicana donde funcionó el cuartel general clandestino de la operación imperialista.

Con técnicas cibernéticas similares a las usadas poco tiempo antes bajo la batuta de la CIA contra procesos comiciales en Brasil, Ecuador y otros puntos en America Latina y África que dejaron frutos distorsionadores de la voluntad popular se llevó a cabo en México la operación Berlín. Sólo que esta vez, en México, fracasaron.

Los teóricos marxistas, junto a la mayoría de los historiadores, han explicado que el fascismo tiene como columna vertebral una alianza política entre el capital monopolista y determinado estrato de la clase media (o pequeña burguesía). Históricamente, la extrema derecha también, ha ganado adeptos provenientes del ámbito rural, de las religiones establecidas y de sectores de las fuerzas armadas.

El fascismo, siempre presente de manera marginal en todas las sociedades capitalistas, nunca surge con toda su fuerza por sí solo. Se consolida como un movimiento solo en aquellos casos en que la clase capitalista les ofrece su aliento y apoyo, movilizando a los más reaccionarios elementos de la “clase media”, que actúa como retaguardia del sistema.

Si en un período de crisis económica y política el estado liberal se convierte en un impedimento para el gobierno capitalista, los poderes existentes buscarán preservar, consolidar y expandir su dominio a través de un cambio regresivo en el estado capitalista utilizando las formas políticas que le proporciona la extrema derecha.

El neoliberalismo, deslegitima al estado, alienta el desarrollo de movimientos radicales de derecha o neofascistas que se oponen a las élites políticas neoliberales en ejercicio del poder e influyen en los sectores empobrecidos mediante el soborno.

El neofascismo emergente en los Estados Unidos tiene raíces en el “supremacismo blanco” que se remonta a la esclavitud y al pensamiento predominante de los primeros colonos británicos, mezclado con todo tipo de nuevos elementos ideológicos.

Se calcula que la base política militante de Trump es de entre 25 y 30 % del electorado y se ubica en el estrato medio-inferior, con ingresos familiares de unos $ 75,000 al año.

Es un sector de la población muy blanco y que se encuentra en una posición de extrema inseguridad económica. Su ideología es nacional-imperialista, con un racismo militante. Gran parte de este grupo demográfico está asociado con el evangelismo de derecha. Es algo similar a la masa que en Brasil apoyó a Jair Bolsonaro.

El principal valor de Trump para la clase dominante radica en el hecho de que la derecha radical, ha sido capaz de entregar un valor agregado a los ricos: ha eliminado los obstáculos para el dominio del mercado sobre toda la sociedad.

La consigna qué cohesiona su base social es la construcción del un muro a lo largo de la frontera mexicana y los nuevos centros de detención que simbolizan una guerra contra los inmigrantes pobres.

Pero las políticas económicas de la administración Trump tienen poco que ver con las demandas de su base social. Trump ha acrecentado el poder del capital del monopolio financiero, ha dado enormes exenciones de impuestos y subsidios a las grandes empresas y a los ricos; ha promovido la desregulación económica y ambiental; ha socavado los sindicatos; está privatizando la educación; expandiendo el estado penal; destruyendo los pocos progresos realizados en atención médica y desarrollando una guerra implacable por la hegemonía estadounidense.

De ahí que los mexicanos se puedan sentir en el parteaguas de un futuro bien merecido.

Octubre 31 de 2019.

(http://manuelyepe.wordpress.com)

(*) Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO como fuente

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