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Internacional

El golpe terrorista en Bolivia contra Evo

Manuel E. Yepe

No había que ser adivino para descubrir que en la conspiración de la CIA que culminó con la salida del poder del presidente de Bolivia, Evo Morales, había participado activamente la mafia anti cubana del Sur de la Florida y que, por alguna parte, saldría a relucir la estampa de Marco Rubio, impregnada aún del hediondo tufo de los “ataques sónicos” con que buscó catapultarse a la candidatura presidencial republicana en 2020.

Luis Fernando Camacho y Carlos Mesa, uno más agresivo y el otro agazapado, fueron apenas herramientas para el desconocimiento del resultado electoral y el golpe de Estado.

Camacho, oscuro sicario denunciado por corrupción y lavado de dinero en los Panama Papers, recurrió en el mes de mayo al presidente de Colombia Iván Duque para articular el desconocimiento de la postulación de Evo. Como no pudo impedir que el pueblo volviera a postularlo, apeló a desconocer los resultados. Intentó elevar la violencia para asestar el golpe contra Evo antes del martes 12 de noviembre, día en que la Auditoría de la OEA divulgaría su informe de los resultados. La derecha opositora, negada reiteradamente a reconocer sus derrotas en las urnas frente a la creciente popularidad de Evo Morales, acudió a la violencia y a la ruptura del orden constitucional con el golpe traicionero contra un gobierno electo democráticamente.

Una nueva modalidad de golpe de Estado se concretó el domingo último en América Latina por el mismo autor intelectual y financiero de siempre: el gobierno imperialista de Estados Unidos. La víctima esta vez fue Bolivia, que por siglos había sido el país más rezagado de América Latina, donde centenares de hombres y mujeres morían de hambre y miseria, sufrían enfermedades curables, tenían tasas de mortalidad infantil, analfabetismo y desnutrición entre la más altas del mundo que reflejaban en sus rostros el desconsuelo de un pueblo de ancianos antes de cumplir medio siglo.

Todo esto cambió radicalmente a partir del 22 de enero de 2006 cuando asumió el gobierno Evo Morales con el 54% de los votos.

En sus trece años de gobierno, Evo Morales había nacionalizado recursos estratégicos del Estado como el gas natural y varias empresas que estaban en manos de transnacionales para entregarlos a su verdadero dueño, el pueblo boliviano.

El analfabetismo descendió al 2%, creó 34 hospitales, 1061 centros de salud y 18,550 puntos de atención médica. Las condiciones de vida del pueblo cambiaron radicalmente, en especial para los sectores más olvidados, convirtiendo a Bolivia en uno de los países latinoamericanos con mayor nivel de asistencia escolar primaria. Se construyeron 16,733 centros educacionales. Se llevó el gas a más de

890 mil hogares y se construyeron 5,000 km de carreteras.

La mujer ocupó un lugar preponderante en todos los estamentos del país. La igualdad de género estaba confirmada por la presencia de 51% de féminas en el Parlamento.

El 60% de la población disfrutó de salarios cuyo monto se cuadriplicó respecto al que existía en el 2005. De ser el segundo país de América Latina con mayor deuda externa, descendió al séptimo lugar entre los países menos endeudados de Latinoamérica, todo ello fruto de una política progresista y soberana.

De acuerdo al informe del 2018 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe –CEPAL– Bolivia es el país de América Latina que más creció cada año: “La estabilidad económica y las políticas de fomento a la producción permitieron que la inflación en Bolivia haya permanecido baja, manteniendo estable el poder adquisitivo de la población”.

En 2009 Bolivia se refundó con la creación del Estado Plurinacional, aprobado por la Constitución Política del Estado, logrando la unidad de los pueblos indígenas, los movimientos sociales, profesionales e intelectuales. Con una política inclusiva por primera vez en la historia de la nación que visibilizó a los sectores mayoritarios de la población antes olvidados y humillados.

Tales logros en sólo 13 años de gobierno de su partido político, el Movimiento Al Socialismo (MAS), naturalmente, constituyeron un reto intolerable para las oligarquías del continente y el imperialismo que sin duda contribuyeron a exacerbar las motivaciones del golpe de Estado.

El presidente Evo Morales expresó en conferencia de prensa desde la ciudad de El Alto: “Pido a los patriotas, al pueblo que históricamente recuperó la democracia, a los movimientos sociales, a las personalidades, a movilizarse para defender la democracia, la patria y sobre todo la vida, para defender el voto del 20 de octubre”.

(http://manuelyepe.wordpress.com)

(*) Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO! como fuente.

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