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Internacional

México, hogar de perseguidos y de revolucionarios

Jorge Gómez Barata

Bajo el principio de que “El derecho ajeno es la paz”, México ha aplicado una política exterior consecuente, y ha hecho del asilo una vocación. El humanismo, la determinación, y la eficacia con que el presidente López Obrador actuó para rescatar al depuesto presidente de Bolivia Evo Morales, recuerdan a otros episodios y otros mandatarios, en especial a Lázaro Cárdenas.

Por gobernar entre 1934 y 1940, a Lázaro Cárdenas le tocó lidiar con tres de los dramas humanitarios del siglo XX, el auge del fascismo y la persecución de los judíos en Europa, la derrota de los republicanos en la Guerra Civil Española, y el stalinismo, expresado en el acoso y asesinato de Lev Trotski

Ningún episodio nacional es tan trágico como una guerra civil, especialmente la de España, que, no se libró solo entre republicanos y monárquicos, sino entre republicanos y fascistas. El conflicto se prolongó por tres años, y ocasionó alrededor de medio millón de muertos. La gran desgracia de la guerra civil española fue que perdieron los buenos, obligados a huir y buscar amparo en el exilio.

Enterado de la grave situación de los republicanos, el presidente Cárdenas dispuso la admisión ilimitada de exiliados. El primer buque llegó a Veracruz el 13 de junio de 1939, y el último el primero de octubre de 1942. En ese período arribaron entre 25.000 y 30.000 españoles. Estas oleadas estuvieron precedidas por el arribo en 1937 de unos 500 niños y varias decenas de intelectuales, que fundaron en México la Casa de España, convertida luego en el Colegio de México.

Los intelectuales, científicos, académicos, pedagogos, cineastas, y periodistas españoles exiliados, correspondieron a la generosidad de México contribuyendo al fomento de la cultura. Ellos se integraron al profesorado universitario, especialmente en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y al Fondo de la Cultura Económica. En su fecunda ejecutoria, crearon o fortalecieron editoriales, redacciones de periódicos y revistas, realizaron investigaciones, construyeron edificios, escribieron libros y poemas, y muchos crearon familias, unos 25.000 hijos y nietos suyos, nacidos en México, han adquirido la nacionalidad española en virtud de la Ley de la Memoria.

Trotski en México

Fallecido Lenin, Stalin se dio a la tarea de excluir de la dirección y luego liquidar físicamente a la vanguardia bolchevique, comenzando por Trotski, que en 1929 fue expulsado de la Unión Soviética donde había nacido. En tan difíciles circunstancias recibió amparo en Turquía, luego anduvo por Noruega, Francia, y España, países que no le facilitaron la estancia. Convertido en paria y en peligro mortal, sus amigos trataron de procurarle un lugar seguro. En el horizonte apareció México.

En 1936, Anita Brenner, periodista y antropóloga mexicana, hizo contacto con Diego Rivera, quien por intermedio de funcionarios mexicanos tuvo acceso al presidente Cárdenas que lo recibió. El mandatario no puso reparos: “El señor Trotski puede venir a México”.

El 10 de diciembre de 1936 Trotski embarcó en un buque tanque que el 9 de enero de 1937 arribó a Tampico. En el tren presidencial enviado por Cárdenas, viajó a Ciudad México. Todos creyeron que era un lugar seguro. No fue así. México acogió a Trotski, pero no pudo ponerlo a salvo de la larga mano de Stalin, que envío un sicario, Ramón Mercader, para que fríamente lo asesinara.

Cuando ya Cárdenas no era presidente, en julio de 1955 Fidel y Raúl Castro llegaron a México, no como exiliados, pero debido a sus actividades conspirativas contra la tiranía de Batista, en junio de 1956, fueron detenidos por la Policía Federal, que les ocupó armas. La delicada situación fue saldada por la providencial intervención del expresidente Lázaro Cárdenas, quien, enterado de la situación de los revolucionarios, intercedió ante el presidente Adolfo Ruiz Cortines, quien virtualmente les otorgó la condición de refugiados. El 25 de noviembre del propio año, Fidel, Raúl, y otros 80 expedicionarios, dejaron México a bordo del yate Granma.

Desde la Sierra Maestra en 1958 Fidel envió una misiva a Cárdenas donde lo saluda y le informa que “…La lucha en Cuba está en su etapa final…”, agradeciéndole “…La nobilísima atención que nos dispensó cuando fuimos perseguidos en México…” En enero de 1959 el presidente mexicano, invitado por Fidel, estuvo en Cuba, y desde la Plaza de la Revolución le habló al pueblo.

Hoy, gracias al presidente López Obrador, Evo Morales vivirá, y junto al pueblo boliviano, escribirá su historia. México está en la memoria.

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