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Internacional

MADRID, España, 15 de diciembre (AFP / AP / La Jornada).- “El tiempo de actuar” tan reclamado en la COP25 no llegó. Fragmentada, la comunidad internacional se quedó muy lejos este domingo de mostrar la resolución que le exigen la ciencia y la sociedad civil, al lograr un acuerdo de mínimos frente a la urgencia climática.

Dos intensas semanas de negociaciones, con una prórroga récord de 42 horas, no permitieron reunir a los casi 200 países participantes en esta conferencia de la ONU en Madrid detrás de una posición fuerte, confirmando que el entusiasmo multilateralista con el que se suscribió el Acuerdo de París en 2015 apenas subsiste.

La comunidad internacional “perdió una oportunidad importante” de estar a la altura de la urgencia climática, lamentó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, mostrándose “decepcionado” por el resultado.

Sin embargo, los llamamientos a intensificar y acelerar los esfuerzos habían sido inequívocos.

La ciencia elevó al máximo la alerta en cuanto a los peligros climáticos a los que se enfrenta el planeta, con la subida del nivel del mar y la multiplicación de fenómenos extremos como canículas, sequías e inundaciones.

Al ritmo actual de emisiones, la temperatura mundial se elevará 4 o 5 ºC a finales de siglo, mientras que la “seguridad climática” solo se logrará limitando el aumento a menos de 2 ºC e idealmente a 1.5 ºC.

El acuerdo final fue “decepcionante”

Con más de 36 horas de retraso y con unas negociaciones maratonianas durante la madrugada, finalmente las delegaciones de los 196 países representados llegaron a un acuerdo para la declaración final de la Cumbre del Clima de Chile (COP25), que se llevó a cabo desde el pasado 2 de diciembre en Madrid.

El acuerdo final fue “decepcionante” para la mayoría de las delegaciones, ya que ni se asumió la regulación del complejo mercado de las emisiones de carbono para evitar la doble contabilidad y reducir su consumo, ni se adelantaron los plazos para la reducción urgente de los gases de efecto invernadero que reclama la comunidad científica para que el planeta tenga futuro, ni tampoco se reconocieron los derechos de los pueblos indígenas -en lo que la representación del gobierno de México fue una de las máximas defensoras- ni se abrió las puertas a incluir una agenda de igualdad de género en la lucha contra el cambio climático.

La organización internacional, World Wildlife Fund (WWF), fustigó en un comunicado que los grandes países contaminantes (EU, China, India, Japón, Brasil y Arabia Saudita) culminaron la cumbre que más ha durado de las 25 que van “eludiendo su responsabilidad de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero”, dejando de lado las exigencias de países más vulnerables, la sociedad civil y millones de jóvenes de todo el mundo que exigen “una acción climática inmediata”.

La WWF condenó a “los gobiernos retrógrados” que “ponen el beneficio por encima de la crisis planetaria y el futuro de las próximas generaciones”. Señaló que únicamente la Unión Europea ha mostrado un interés en torno a la urgencia para actuar.

Greta Thunberg: “No abandonaremos”

La joven Greta Thunberg trasladó a la COP25 el grito de millones de jóvenes movilizados en todo el mundo y advirtió a los gobiernos de que no bajarán los brazos.

“Parece que la COP25 en Madrid se va al traste. La ciencia es categórica, pero es ignorada. Pase lo que pase no abandonaremos. Esto es solo el principio”, tuiteó la adolescente sueca.

En el último momento, se logró un consenso para pedir un aumento en 2020 de las metas nacionales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Hacerlo es indispensable para albergar posibilidades de limitar el calentamiento a + 1.5 ºC.

Grandes países emisores como China e India se habían resistido a comprometerse a ello. Estados Unidos todavía más al haber anunciado su retirada del Acuerdo de París.

Solo la Unión Europea había dado un paso al frente al aprobar alcanzar la neutralidad carbono en 2050.

Se formaron dos grupos: “Quien quiere ir más deprisa y quien quiere escudarse en lo que hasta ahora ha sido insuficiente, para (así) no seguir avanzando”, resumió esta semana la ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

Ribera, una veterana experta en cambio climático, facilitó en gran parte las agónicas negociaciones, una labor aplaudida pese a todo por sus colegas y calificada de “heroica” por la francesa Laurence Tubiana, una de las arquitectas del Acuerdo de París.

Su “apoyo en las últimas horas contribuyó a obtener un mínimo resultado necesario para 2020”, junto a una “alianza progresista de pequeños Estados insulares, países europeos, africanos y latinoamericanos”, dijo.

Brasil, retrogrado

Brasil, y esta vez Australia también, fue nuevamente acusado de buscar un “doble conteo”, es decir, poder anotarse una reducción de emisiones incluso cuando las vende, lo que dejaría sin efecto el propósito del mecanismo.

“¿Por qué no acepté albergar la COP25 en Brasil? Yo lo decidí. Habrían hecho su carnaval”, reaccionó el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, denunciando “el juego comercial” al que a su parecer se libraron los países ricos.

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