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Cuba

Por Marina MenéndezEspecial para Por Esto!

LA HABANA, Cuba.- La aseveración del ministro de Economía, Alejandro Gil, de que Cuba no ha acudido ni acudirá a medidas neoliberales de recorte social frente a las restricciones impuestas por el incremento del bloqueo, tienen diáfana expresión en el presupuesto planificado para 2020: las áreas de educación y salud “se llevan” entre ambas el 52 por ciento de gastos pautados en un total de 46,328 millones de pesos.

Ese dinero permitirá mantener los servicios médicos gratuitos a todos los niveles, dejará que sigan abiertas las aulas en todas las enseñanzas, sin costo para los educandos, y la atención de seguridad social; sin contar los 2,131 millones de pesos que se dedicarán a la cultura y el deporte, los subsidios de poco más de 1 120 millones de pesos para que las familias de bajos ingresos levanten o mejoren sus viviendas, y los 1,522 millones de pesos que se destinarán al desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación, un área al que el Presidente Miguel Díaz-Canel llama siempre a que se le preste más atención, por su influencia, a largo plazo, en el desarrollo del país.

Tales previsiones están contempladas en el plan de presupuesto del Estado cubano, aprobado este viernes por la Asamblea Nacional del Poder Popular, en la misma sesión durante la cual también se conoció lo que, si se me permite, podría llamarse una heroicidad: a pesar de las sanciones inhumanas y desmedidas de la administración Trump contra Cuba en los últimos meses, el PIB no decrecerá en este 2019, aseguró el ministro de Economía, Alejandro Gil, si bien las cifras exactas se darán cuando el año, formalmente, haya concluido.

El hecho de que las medidas punitivas impuestas por Washington —que incluyen hasta la inédita persecución contra los barcos petroleros para que a la Isla no le llegue combustible con que mover una fábrica, ni siquiera a un pasajero—, fue considerada por el titular como “una muestra de resistencia”, y otra derrota para el imperialismo, “empeñado a hacernos volver al periodo especial” (crisis de los años 1990), afirmó.

Como muestra de esa capacidad de resistencia —y del significado de la exhortación a “resistir creando”— pueden considerarse algunos de los acontecimientos registrados aquí en 2019. Entre ellos, el informe presentado al plenario del Parlamento por el titular de Economía recordó el incremento salarial a los trabajadores del sector presupuestado, que benefició a más de 1,400,000 cubanos; la culminación de más de 43,000 viviendas (plan que por vez primera se sobrecumple); la esperada totalización de más de cuatro millones de turistas cuando cierre diciembre; la creación de más de 32 500 puestos de trabajo, así como los avances en la informatización de la sociedad.

Algunos planes, sin embargo, no pudieron cumplirse por el asedio estadounidense, como el propósito de invertir más de diez millones de pesos para el desarrollo económico, cifra que no pudo excederse por las inusitadas carencias de combustible que Cuba padece desde abril, incrementadas desde septiembre.

A pesar de que no se espera que la agresividad estadounidense decrezca, y de que el entorno regional marca números “flacos” en el área del crecimiento económico (América Latina crecerá este año solo un 0,1 por ciento, y 1,3 por ciento el que viene, según estimaciones de la CEPAL), Cuba prevé para 2020 un PIB “en el entorno de un 1 por ciento”, informó.

Lo que nos toca

Aunque modesto, ese 1 por ciento de PIB demandará esfuerzos a desplegar durante todo el 2020, que exigen seguir enfrentando las presiones dictadas por EE.UU. con creatividad, unidad, coordinación y eficiencia.

Como no renunciamos al desarrollo —según ha reiterado el propio ministro Gil— las inversiones previstas para el año que viene crecerán en un 19 por ciento. “Es muy importante mejorar la eficiencia del proceso inversionista. Lograrlo, depende de nosotros”, alertó el titular en un mensaje en Twitter.

Su informe en este IV periodo ordinario de sesiones del Parlamento dibujó con total amplitud y precisión los pasos que deberán darse, prioritariamente, para cumplir con un plan que dependerá, primero, de los ingresos.

“Deberá haber un equilibrio entre lo que gane y lo que se asigne para gastos”, señaló.

El Ministro también explicó que se priorizarán la compra de alimentos, de combustible, de fertilizantes y plaguicidas; los pagos de deudas que garanticen la solicitud de nuevos créditos, así como los financiamientos a la industria nacional para cumplir con la estrategia de no importar lo que se pueda producir aquí.

“Esto es un esfuerzo mancomunado, pues desde todos los organismos la primera pregunta debe ser qué de lo que se importó puede adquirirse de las industrias nacionales”.

Gil también llamó a ajustarse a los recursos disponibles.

Lo esperado es que las exportaciones, pese a nichos sin explotar, crezcan en un 3,7 por ciento, así como el turismo, las comunicaciones, los productos farmacéuticos, el tabaco, el níquel y otros productos de la minería.

Partícipes, todos

Aunque el plan económico no se somete a votación, los diputados respaldaron la propuesta del presidente del Parlamento y, también, del Consejo de Estado, Esteban Lazo, de que dichas previsiones, que incluyen un total de 12 prioridades y medidas para perfeccionar la empresa socialista así como las aplicadas para potenciar el ahorro, se sigan analizando y lleguen a todo el pueblo, lo que indica la trascendencia de que toda la ciudadanía las conozca y asuma.

Presidieron la sesión el Presidente Miguel Díaz-Canel y el Primer Secretario del Comité Central del Partido, Raúl Castro Ruz.

Desde hoy, Primer Ministro

Para este sábado queda pendiente en la agenda de este periodo de sesiones, la proclamación del Primer Ministro, cargo desaparecido de la nomenclatura institucional cubana desde 1976 y que ahora vuelve, según lo estampado en la nueva Constitución, que se aprobó en referendo el pasado mes de febrero.

En cumplimiento de lo recogido en la Carta Magna, el Presidente de la República presentará este sábado, ante el plenario del Parlamento, la propuesta de la persona que debe ocupar el cargo, y que tendrá que cumplir, entre otros, el requisito de ser diputado. Entre sus deberes y prerrogativas está el de fungir como jefe de gabinete, por lo que resultará una suerte de auxilio en las labores del Presidente.

La Asamblea vota después la propuesta, y lo proclama.

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