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Internacional

Del Bando de Piedad, a la piedad por ley

Por Marina MenéndezFotos: Lisbet Goenaga(Especial para Por Esto!)

LA HABANA, Cuba.- La feliz idea de Margarita, una veladora de museos del centro de la ciudad, de nombrar y colgar su identificación al cuello de la decena de perritos callejeros que ella alimenta y cuida, pronto será obligación en toda Cuba.

El alistamiento de una ley de protección animal que hace algún tiempo es requerida por buena parte de la población fue anunciada esta semana, y las disposiciones que contendrá pueden resultar sorprendentes para un país donde siempre hubo preocupación por los animales desamparados, pero en el que nunca han existido disposiciones que lo exigieran.

Según lo anunciado en conferencia de prensa por María Gloria Vidal Ribalta, presidenta del Comité Nacional de Bienestar Animal, el proyecto legislativo protegerá no solo a canes y gatos, sino también a los que se emplean para el trabajo, la enseñanza, el deporte y hasta en las investigaciones biomédicas, con penas para quienes incumplan la legislación que irían desde altas multas… hasta la prisión.

El deseo de que los animales fueran protegidos por ley emanó con fuerza durante los debates populares que dieron origen a la nueva Constitución.

Por eso, cuando el Parlamento ha sesionado para aprobar nuevas leyes que materializan la Carta Magna, el tema ha salido a flote en el diálogo de algún comentarista nacional, al recordar que ese aspecto está en camino, y entre los asuntos legislativos pendientes.

Sin embargo, ya no quedan dudas de que viene la ley. Su preparación acaba de ser confirmada este sábado ante el Parlamento por el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel.

Más allá de la isla

A nivel mundial, el primer aldabonazo que hizo reparar en el cuidado animal ocurrió en 1978, cuando la UNESCO proclamó la primera (y única hasta hoy) Declaración Universal de los Derechos de los Animales, aunque ello dividió a sus defensores en dos corrientes: los que estimaron que ello era responsabilidad de los Estados, y los que pensaron que tales derechos debían recogerse en el ámbito jurídico.

Casi diez años después de la Declaración Universal, se publicó el Convenio Europeo para la protección de animales de compañía, lo que impulsó las leyes de ese corte, especialmente, en los países miembros de la UE.

En América Latina, la pionera fue la ciudad argentina de Buenos Aires, donde desde 1954 existe una legislación que prohíbe el sacrificio de gatos y perros.

Len México, la primera ley de protección animal se promulgó en 2013 en su capital, y en Colombia, en 2018, se aprobó que los actos de crueldad, maltrato o violencia contra animales domésticos, silvestres o exóticos vertebrados, pueden ser castigados con penas que van desde los 12 a los 36 meses de prisión.

Diversas ciudades del orbe han adoptado legislaciones que de un modo u otro protegen a los animales como Roma, la capital italiana, o la estadounidense Nueva York.

Jeannette Ryder, la antecesora

Aunque las leyes no han existido hasta hoy, ha habido varias instituciones y agrupaciones ciudadanas en Cuba que dedicasen su tiempo, amor y preocupación, a la protección de los animales.

ANIPLANT es la única con reconocimiento oficial que se ocupa de ello hoy, presidida por Nora García, una mujer líder en la labor por evitar la proliferación de perros y gatos callejeros mediante la esterilización, y que acoge en la sede de la organización a todo animalito hallado en la calle enfermo, abandonado o perdido, para los que busca adopción.

Pero el cariño y el cuidado hacia los animales tuvo sus primeros signos institucionales en Cuba desde los lejanos inicios de los años 1900, cuando personas caritativas lideradas por la estadounidense Jeannette Ryder, empezaron a ofrecer ayuda a niños desamparados y dieron cobija, también, a animales desprotegidos.

Bajo su influjo quedó fundado en octubre de 1906 lo que se ha conocido como el Bando de Piedad, que cobró auge y se hizo tan famosa, que su nombre es recordado por los ancianos hasta hoy.

Establecieron un dispensario para los niños, repartían pan y leche a los mendigos y se pronunciaron contra la prostitución camuflada tras anunciadas escuelas de baile.

En 1915 el gobierno de Mario García Menocal reconoció la labor del Bando de Piedad y le dio un local.

Mas, para entonces, la agrupación había extendido su labor y daba alimento también a gatos y perros callejeros, luego de las denuncias formuladas por Ryder contra quienes maltrataban a los caballos que tiraban de las calesas.

“Estrafalaria y loca”

El cronista Ciro Bianchi, citando al historiador Jorge Domingo, asevera que muchos tildaron a la estadounidense de estrafalaria y loca.

Había llegado con 33 años a Cuba después de las guerras de independencia, pero se considera que su labor humanitaria le fue lacerando la salud. Falleció el 11 de abril de 1930 de una no explicada enfermedad pulmonar.

No obstante, el Bando de Piedad siguió desarrollando su labor filantrópica, primero, bajo la batuta de José Pérez Cubillas y los fondos del Club Rotario, que él presidía, y luego con el periodista y caricaturista Ricardo de la Torriente, creador del personaje de Liborio y director del semanario humorístico La Política Cómica, a la cabeza. Torriente llegó a poner a disposición de los socorridos por el Bando de Piedad, su propia finca.

Se establecieron, además, varios dispensarios y clínicas para animales en la capital, sin costo alguno para las personas de escasos recursos que acudían con sus mascotas.

Se afirma que el Bando fomentó la caridad y la solidaridad entre los seres humanos, y el cuidado a los animales y a los árboles y plantas, porque protegía todo ser viviente.

Pero Jeannette Ryder fue la pionera en Cuba en la materialización de un sentimiento que está a punto de ser traducido en la ley. En su homenaje, la escultura de una mujer yaciente con un perro a los pies, la recuerda en el Cementerio de Colón, sobre su tumba.

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