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Internacional

Cambio de moneda o reforma económica

Jorge Gomez Barata

Cuentan que la reforma monetaria de Ludwig Erhard promovió el milagro económico alemán. Salvando distancias y contextos: ¿pudiera ocurrir así en Cuba? Probablemente no. Al omnipresente bloqueo de Estados Unidos se suma que el presidente cubano Miguel Díaz-Canel y su ministro de Economía, Alejandro Gil, un competente dúo, no disponen de las herramientas que en su día utilizó el politico y excanciller germano.

Derrotado Hitler, Alemania fue ocupada. La crisis económica era total.

Según estimados, de mantenerse la situación de 1947, cada alemán podría adquirir un traje cada cuarenta años, una camisa cada diez, y un cepillo de dientes cada cinco años.

Todo cambió cuando se dio luz verde a la reconstrucción, comenzando por el restableciendo las instituciones, entre ellas un Consejo Económico manejado por nacionales y encabezados por Ludwig Erhard, consultor económico de los ocupantes, luego ministro de economía, y más tarde canciller de Alemania, posiciones desde las cuales aplicó la Reforma Monetaria, y echó las bases de la “Economía Social de Mercado”, ejes del “milagro económico alemán”.

Preparada en secreto, sin aviso previo, el 20 de junio de 1948 en Alemania se puso en marcha una reforma monetaria que suprimió el curso legal del Reichsmark (RM), sustituyéndolo por el Deutsche Mark (DM).

La medida trascendió los marcos financieros para impactar sobre la economía nacional, entonces virtualmente paralizada y en ruinas.

La reforma monetaria fue una combinación de políticas de choque con acciones estatales benefactoras que abarcaron a todos los actores económicos. Al gobierno se le impuso la reducción del gasto público, la prohibición de los déficits, y del endeudamiento del estado y las empresas. Asímismo, el gobierno debía hacerse cargo de las propiedades del estado hitleriano. En los años sesenta controlaba alrededor del 40 por ciento de la minería del hierro y el carbón, el 62 de la generación de electricidad, el 72 de la industria del aluminio.

Entonces el 60 % de las organizaciones financieras y crediticias eran estatales.

Los bancos fueron el núcleo de la reforma monetaria. En 1948 los ocupantes autorizaron las operaciones bancarias, y en 1957 se creó el Deutsche Bundesbank, un banco estatal que aún existe, así como pequeños bancos regionales y cooperativas bancarias, con lo cual el crédito fue asequible a pequeños empresarios y campesinos.

A las empresas se les cambiaron los Reichsmark a razón de 1 RM = 1 DM para la adquisición de insumos y equipos, pago de salarios, rentas, impuestos y otras acciones análogas. Para el resto de las operaciones la tasa fue 1 DM = 10 RM. Además, las empresas recibían una bonificación de 60 DM por cada nuevo puesto. En 1952 Alemania comenzó a exportar masivamente, y a recibir inversión extranjera directa.

Cada ciudadano alemán, además de cambiar el dinero en su poder, recibió un anticipo de 60 DM, pagadero en dos plazos, que comenzaban a contar desde que encontraran trabajo, momento en que adquirían derecho a otros préstamos mayores, por ejemplo, para viviendas, menaje de casa y otros. De ese modo, trabajar fue el único medio para conseguir dinero y progresar. El alza de los precios operó como un incentivo a la producción.

Por razones de espacio he omitido las enormes tensiones internas y externas de la época, la desnazificación y el revanchismo, el papel del Plan Marshall, la Guerra Fría, la división del país, y la confrontación con la Unión Soviética. Hubo otros grandes traumas y soluciones monetarias como la que llevaron a Estados Unidos a crear la Reserva Federal, que me propongo contar, no para sugerir copias, sino para disponer de antecedentes.

Para Cuba todo es más difícil debido a la falta de acceso a las entidades financieras y crediticias internacionales, la escasa inversión extranjera, y la sostenida rigidez del modelo económico vigente, que hasta ahora sostiene el monopolio del comercio exterior, limita la iniciativa privada en forma de pequeñas y medianas empresas, no facilita la participación de los emigrados en los procesos económicos nacionales, y no avanza en creación de mercados mayoristas.

En cualquier caso: “Se hace camino al andar”.

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