Por Marina MenéndezFotos: Lisbet Goenaga(Especial para Por Esto!)
Lo alcanzado este año, pese a las inusitadas medidas
de asedio dictadas desde EE.UU., marcará el paso
de la Isla, también, en los próximos 12 meses
LA HABANA, Cuba.- Cuba volvió a ser puesta a prueba en 2019 por medidas de asedio que forman parte de eso que llaman “guerra no convencional”, y que incluyeron no solo la posibilidad de que pongan juicio ante tribunales estadounidenses a nuestras empresas -¡y a firmas de terceros países!-, gracias a la entrada en vigor del título III de la ley Helms-Burton.
Además, la administración de Donald Trump impuso más limitaciones en el envío a Cuba de remesas desde Estados Unidos y a la posibilidad de viajar allá; prohibió que sus aviones aterricen en algún aeropuerto que no sea el de La Habana; cerró más transacciones financieras mediante una persecución feroz contra los bancos; nos quitó las visitas de cruceros y a los viajeros estadounidenses que venían en ellos; cercenó la cantidad de sus compatriotas que pueden visitarnos, y llegó al colmo nunca visto de tratar de impedir que entrara petróleo al país, con sanciones a navieras y tanqueros de otras naciones para que los cubanos no tuviéramos fábricas funcionando ni transporte caminando; que nos escaseara más la comida, no hubiera electricidad y terminaran cortadas para nosotros, como decimos en el argot popular, hasta “el agua y la luz”.
Que la vida no se detuviera, y que los más de once millones de cubanos que vivimos en el Caimán estemos hoy aquí, sanos y salvos y, además, corajudos, motivó del Presidente cubano Miguel Díaz-Canel una frase igualmente coloquial: “Nos tiraron a matar y estamos vivos”. Algo equivalente a decir, también en lenguaje callejero, que “el tiro le salió por la culata” a Estados Unidos.
El examen a fondo de la vida nacional que el Parlamento hace cada diciembre, propició examinar también, hace unos días, lo que de bueno logramos en este difícil año por terminar; y lo que nos queda por resolver. Esos logros marcarán el diapasón de los próximos 12 meses que se avecinan.
Entre lo más descollante de 2019 puede mencionarse el salto en las comunicaciones y la informatización de la sociedad, y en el transporte, con la instalación de 7 millones 300 mil líneas telefónicas -de ellas seis millones para móviles- y la entrada de más de tres millones de nuevos usuarios al mundo de Internet, así como la puesta en funcionamiento de 80 nuevos coches de ferrocarril y la rehabilitación de las principales estaciones ferroviarias, y el estreno de más de 300 ómnibus ensamblados en Cuba.
De la economía se destaca este año el arribo de más de cuatro millones de turistas que, cierto, no cumplen la expectativa de más de cinco millones, pero representan un buen resultado habida cuenta del golpe que las medidas de EE.UU. infringen, directamente, a ese sector. Además, el turismo estrenó 3,855 nuevas habitaciones.
Pero quizá lo más trascendente, junto con el aumento salarial al sector presupuestado, fuera la edificación y entrega de 43,700 viviendas levantadas por el Estado, o con subsidios y esfuerzo propio de las familias. Esa cifra constituyó diez mil casas más de las previstas. El ritmo debe mantenerse: lo trazado por la que se denomina Nueva Política de la Vivienda -según la cual, cada municipio del país debe entregar una diaria— es terminar, anualmente, más de de 60,000.
Tales resultados fueron detonantes también para otra frase estimulante del mandatario durante su discurso ante los diputados. Los cubanos, dijo, “somos vencedores de lo imposible”.
Vamos por más
Pero ni comenzó este año la “pelea de león a mono” que nos han impuesto 11 administraciones estadounidenses, ni ese asedio ha terminado.
2020 será un año en que la ojeriza imperial seguro se agudizará: Donald Trump tratará de seguir ganando puntos con vista a las elecciones de noviembre con su “mano dura” hacia Cuba, Nicaragua y Venezuela, por lo que no vacilará en proseguir entregando a la Florida -básicamente, a los caprichos vengativos del senador Marco Rubio- su política hacia esas tres naciones, y hacia toda América Latina.
Tal agresividad dicta a Cuba la redoblada necesidad de producir, exportar, ser eficientes, y proveer a sus ciudadanos de una vida que no solo satisfaga sus necesidades materiales sino, también, espirituales.
Las exhortaciones a “la decencia” -un vocablo que últimamente usamos los cubanos como sinónimo amplio de honradez, gentileza y, en general, buenas maneras- se dan la mano con el llamado a conseguir que despegue de una vez la economía.
Cada vez más, las máximas autoridades cubanas hacen una salvedad: resistir no es solo mantenernos vivos; hay que enfrentar el vendaval de sanciones imperiales al tiempo que se desarrolla el país.
Ello significará reducir lo que se importa, aumentar lo que se vende, lograr el encadenamiento productivo, y
atraer capital en inversiones extranjeras.
Esos, y puntos de mira nuevos fueron analizados en la primera reunión del recién nombrado Consejo de Ministros, que encabezó el presidente Díaz-Canel y condujo el primer Premier que tiene Cuba desde 1976.
En la cita -también primera muestra de cómo cohabitarán y funcionarán ambos cargos- Manuel Marrero dio sus primeras orientaciones como Primer Ministro cubano al señalar, entre otras aseveraciones, que urge una mayor objetividad en los análisis de factibilidad de cara a los inversionistas foráneos, y que las contrapartes cubanas deben tomar en cuenta el mercado y lograr que las inversiones respondan al potencial productivo real de Cuba.
Junto a las perspectivas en el desarrollo científico y, específicamente, las nanociencias, otro punto importante de la reunión estuvo en el informe presentado por Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, e infaltable compañero de viaje de Díaz-Canel durante las visitas a provincias que marcaron el contenido de trabajo del mandatario durante el año que culmina.
Con las realidades captadas en esos recorridos, Malmierca se refirió a las posibilidades de exportación que tiene Cuba, si toman en cuenta los recursos locales.
Ello recuerda otros pendientes: el desarrollo territorial a que llama el Gobierno cubano, potenciando lo endógeno, y que debe abrirse paso con la autonomía que cobran, con la nueva Constitución, las instancias municipales.
El presidente Díaz-Canel ha estimulado lo conseguido, pero sigue llamando a hacer más. Así se pronunció en ese reciente encuentro del Consejo de Ministros, cuando llamó a crear condiciones para empezar bien enero, “terminando viviendas, exportando, e ingresando (dinero y recursos) a la economía”.