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Venezuela: injerencia ruda y blanda

El escaso margen de maniobra del gobierno y el desmadre de la oposición apuntalada desde el extranjero, han permitido que en Venezuela se instale una “dualidad de poderes” formada por dos presidentes y dos parlamentos. La insólita situación revela la imposibilidad de las partes para neutralizarse mutuamente o llegar a acuerdos que permitan la cohabitación pacífica. Afortunadamente, hay un solo ejército que actúa como fiel de la balanza.

Ante semejante cuadro político, acompañado por una situación de penuria económica, como por gravedad, emergen gestiones internacionales. La peor de ellas es la injerencia liderada por Estados Unidos y apoyada por la Unión Europea y más de una docena de países latinoamericanos. Por otra orilla, también desde el exterior algunos gobiernos y figuras, respetuosas de la legalidad internacional promueven una “intromisión blanda” que ha llevado a la convocatoria de una Conferencia Internacional sobre Venezuela.

Lo más complicado de ese ejercicio es que respecto a ese asediado país, lo que suele llamarse “comunidad internacional” no es neutral, sino profundamente crítica del gobierno y favorable a la oposición. De ahí que el ejercicio diplomático en curso no procure una solución a partir del mantenimiento del status quo, sino del cambio.

La palabra que ronda en el ambiente es elecciones fiscalizadas internacionalmente que tal vez sean la última oportunidad antes de que se desate la guerra civil, la intervención extranjera o se llegue a un cuadro de ingobernabilidad.

La Conferencia Internacional sobre Venezuela, originalmente convocada por Uruguay, México y Bolivia que, a nivel ministerial dará inicio hoy 7 de febrero en Montevideo, ha comenzado a mutar convirtiéndose en un “Grupo de Contacto”. Está por ver si ese convite es una oportunidad o una cuenta regresiva.

La integración del “Grupo de Contacto” formado por los países convocantes (Uruguay, México y Bolivia), la Unión Europea y la ONU + Alemania, España, Francia, Italia, Portugal, Holanda, Reino Unido, Suecia, Costa Rica y Ecuador, fue anunciada mediante un comunicado suscrito por el presidente uruguayo Tabaré Vázquez y Federica Mogherini, responsable en la UE para la política exterior y de seguridad.

Como se observa, el “Grupo” que no incluye a la administración ni a la oposición venezolana, acoge a dos gobiernos (Uruguay y México) que no son hostiles al gobierno venezolano, Bolivia que es decididamente partidario y da voz y voto a países que, como Alemania, España, Francia, Holanda, Portugal y Reino Unido, firmaron el ultimátum dado por la Unión Europea para que Maduro convoque a elecciones. El mandatario venezolano que pidió apoyo al Papa reveló que también los gobiernos del Caribe se han sumado a la iniciativa.

La cuestión radica en saber hasta qué punto el Grupo de Contacto que aspira “…A contribuir a crear las condiciones necesarias a la emergencia de un proceso político y pacífico que permita a los venezolanos determinar su propio futuro, celebrando elecciones libres, transparentes y creíbles” puede formular una plataforma capaz de atraer a la mesa de diálogo al gobierno y a la oposición, cuyas posiciones son extraordinariamente distantes.

Mientras unos reclaman la salida del presidente Maduro o, como mínimo, la celebración inmediata de elecciones presidenciales, el gobierno se propone realizar comicios parlamentarios anticipados.

Aunque debido a lo complejo del cometido a cumplir, los resultados del ejercicio político-diplomático son de pronóstico sumamente reservado, no obstante, es importante que la mesa se instale para, a partir de los posicionamientos iniciales tratar de percibir aquello que la iniciativa puede aportar.

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