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Internacional

La reunión de Montevideo

A propuesta de México y Uruguay, amparada por el secretario general de la ONU, de llamar al diálogo para buscar una solución pacífica a la crisis de Venezuela, se creó un Grupo de Contacto Internacional de Contacto (CIG) que inició el jueves sus sesiones en Montevideo bajo la presidencia del país sede; ante una compleja disyuntiva entre la paz y la guerra existente en el país.

En la reunión participaron miembros de la Unión Europea, no todos; países del llamado Grupo de Lima que, con excepción de México, presente en la cita, reconocieron a Juan Guaidó como “presidente encargado”, un término desconocido que ya ha creado problemas diplomáticos a numerosos gobiernos; y países que no comulgan con medidas violatorias del derecho internacional.

Guaidó, devenido en un poder simbólico, paralelo al Gobierno real, declinó asistir a Montevideo. Maduro por su parte agradeció a los convocantes al diálogo; aunque tampoco participó en el evento.

La vicepresidenta y alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, Federica Mogherini, quien dijo que el propósito del CIG no es el de imponer soluciones a los venezolanos ni ejercer una función mediadora directa, sino centrarse en el objetivo de “una Venezuela en paz y democracia”; sin embargo, reiteró que para la UE lo más urgente es convocar a elecciones libres y transparentes, y abrir un corredor a la “ayuda humanitaria”, entre otras demandas.

El presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, al intervenir ante el plenario se preguntó si “acaso lo que hoy sucede en Venezuela no ha sucedido y puede suceder en otros países”. El pueblo de Venezuela “merece el mejor futuro posible y es el pueblo quién debe construir ese futuro”, agregó, en un llamado a la serenidad a las partes involucradas y prudencia a la comunidad internacional.

Algunos expertos han referido supuestos actos del “presidente interino”, también fuera del léxico internacional, y que podrían tener un carácter delictivo: como la usurpación de funciones; llamar a los militares a enfrentarse al gobierno, pues por algo similar la opositora austríaca Monika Unger fue condenada a 14 años de prisión por “alta traición”. O la proclamación de independencia de Cataluña, luego del referendo unilateral llevado a cabo por Carles Puigdemont, que le costó no solo que fuera retirado del cargo por el Gobierno de España, sino que ahora enfrenta una posible condena de hasta 30 años de cárcel por “sedición y rebelión”.

No creo que de Montevideo salga una solución que responda a los principios plasmados en la Carta Magna de la ONU. Hay muchos intereses de por medio; y una buena parte de sus participantes están coludidos con la política de Washington. Para Moscú, la decisión de una intervención militar estadounidense está tomada; pero pienso que sería el último recurso y sin exponer a sus tropas.

Venezuela se ha convertido en un tema de campaña para la contienda por la presidencia en 2020 y Trump lo explotará al máximo tomando en cuenta el peso del voto venezolano en el país.

En una visión regional, tampoco debemos obviar que al avance de la derecha en nuestra región, se ha incorporado la troika siniestra integrada por el senador por Florida, Marco Rubio, el Asesor de Seguridad Nacional estadounidense, John Bolton, y el flamante secretario de Estado, Mike Pompeo; quienes junto al Pentágono y la CIA de seguro han diseñado un plan que consistirá en derrotar a Maduro y lanzarse “con esa fuerza más” sobre Nicaragua, Cuba, Bolivia y otros estados independientes del área.

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