Los resultados recién conocidos del Referendo efectuado en Cuba para validar definitivamente la reforma constitucional y proclamar próximamente la nueva Constitución de la República, expresan los más diversos significados y las más diversas lecturas pero ninguna puede negar que fueron una demostración contundente y palpable de la absoluta mayoría del pueblo cubano en apoyo a la Revolución, que cumple 60 años, al sistema socialista y a su continuidad.
Casi 8 millones de electores -el 90 por ciento de los registrados- concurrieron a las urnas el 24 de febrero y el 95 por ciento de esas boletas resultaron válidas. Casi siete millones de los electores votaron SI, para el 78.30 por ciento de los registrados y el 86.85 por ciento de los que asistieron a votar. Los votantes por el NO fueron 706,400, -8.11 por ciento de las listas y 9 por ciento de los votantes efectivos.
Las cifras que fueron contabilizadas de manera transparente, como es habitual en las jornadas electorales de la isla, por parte de 225,000 autoridades electorales en un proceso que abarcó a más de 400,000 personas desde su inicio el pasado año, e incluyó en enero de 2019 una inédita consulta popular -único caso en el mundo que se conozca hasta el momento- donde cada ciudadano pudo dar libremente su criterio sobre el proyecto aprobado por la Asamblea Nacional, sometido de este modo a cientos de modificaciones, adiciones y supresiones basadas en ese masivo examen sin precedentes de la opinión pública.
En medio de circunstancias y coyunturas amenazantes, donde el actual gobierno imperialista de Estados Unidos no cesa de vociferar y rugir contra Cuba y aprieta el bloqueo económico que ya rebasa medio siglo, el más prolongado de la historia, la votación con que el pueblo cubano dio cumplimiento al Artículo 137 de la Constitución vigente desde 1976 y ratificó el texto de la nueva Carta Magna incluye numerosas reformas en ejecución y avizora claramente un porvenir que aguarda optimista, confiado y trabajando sin tregua.
Fue un bofetón en pleno rostro al excéntrico Donald Trump, que pocos días antes había vaticinado “el fracaso del socialismo” y, por tanto, de la soberanía y la independencia para los países de América, mientras les auguraba un triste futuro encadenados a la Doctrina Monroe y a los dictados del Imperio.
No sorprende que el impresentable Mike Pompeo haya reaccionado desconcertado y errático, pretendiendo, con cuatro sandeces mal hilvanadas, desconocer y poner en duda el profundo significado que tienen para Cuba y para América Latina y el Caribe en general los resultados del ejercicio electoral cubano del 24 de febrero.
Decimos por eso que los resultados de ese día son mucho más que un referendo. Son resultados que contienen patriotismo, dignidad, conciencia y compromisos y también encierran una advertencia de lo que pudiera ocurrir al delirante trío Trump-Pompeo-Bolton si finalmente se decidieran a hacer realidad sus enloquecidos vaticinios imperiales.