Internacional

El mismo bloqueo, respuestas nuevas

Los primeros compases del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba iniciado en 1959, transcurrieron en un ambiente en el cual se combinó el entusiasmo popular generado por el triunfo revolucionario con las tensiones derivadas de la agresividad de la contrarrevolución y del imperialismo. Entonces el bloqueo era una parte, no el todo.

En 1961, en su tercer año de la revolución soportó la invasión por Bahía de Cochinos y se proclamó socialista, consolidando la alianza con la Unión Soviética que duró treinta años, hasta que en 1991 la URSS colapsó, con lo cual cesó la asistencia económica que había permitido a Cuba contar, además de con los medios militares para su defensa, con petróleo, materias primas, transporte, material ferroviario, aéreo, y naval, máquinas-herramientas, y maquinaria agrícola.

La ayuda soviética aportó financiamiento para la construcción de infraestructuras, la implementación de vastos programas sociales, obras públicas, industrialización, electrificación y desarrollo agrícola. Así Cuba se dotó de magníficas flotas mercantes y de pesca. A cambio, la URSS importaba de Cuba azúcar, níquel en cantidades considerables, así como otros productos.

La relación con Cuba permitió a la Unión Soviética debutar en espacios políticos occidentales, por añadidura, aledaños a Estados Unidos que le estaban vedados. En 1962, con la aprobación de la dirección revolucionaria, la URSS instaló en la isla misiles dotados de ojivas nucleares, lo cual dio lugar a la Crisis de los Misiles de 1962. En 1972 cuando Cuba ingresó en el CAME, la alianza comenzó a convertirse en integración.

Aun con bloqueo, el nivel y la calidad de vida de las mayorías mejoró considerablemente. A las satisfacciones materiales se sumaron elementos subjetivos como la satisfacción por vivir en un país soberano e independiente y dueño de su destino. El bloqueo no impidió a la revolución realizar ninguno de sus objetivos, incluso ejercitar la solidaridad internacional, lo cual dio lugar a un enfrentamiento basado, sobre todo, en la crítica y la denuncia, sin que fuera perentorio realizar acciones internas para la supervivencia.

Con la desaparición de la Unión Soviética, cesó para Cuba todo tipo de asistencia económica. Sin nada que lo atenuara, los efectos del bloqueo se sintieron con toda su crudeza. Fidel Castro llamó a la resistencia y el país maniobró para insertarse en la nueva realidad, cosa que también hizo el imperio que, entre otras cosas, introdujo las leyes Torricelli y Helms-Burton que internacionalizaron el bloqueo.

En cualquier caso, aquí y ahora, Cuba está obligada a ampliar sus tácticas de enfrentamiento al bloqueo, sumando a la condena y la crítica internacional acciones internas que incorporan a la lucha a nuevos actores y tácticas, entre ellos a los emprendedores nacionales, cuyo talento, creatividad, y recursos de todo tipo, deben ser puestos en función de la batalla por el crecimiento económico y el bienestar.

Ya que no hay grandes inversiones, hagámoslas con pequeñas y medianas, cuando Estados Unidos cierra el comercio, abra Cuba sus aduanas para que ingresen libres de cualquier limitante tecnologías, equipos tecnológicos, herramientas y materiales para el fomento de empresas medianas y pequeñas. Situaciones nuevas requieren nuevas respuestas.