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Internacional

Cien días del desgobierno de Bolsonaro

Adriana Robreño

Brasil lleva cien días bajo la égida del ultraderechista Jair Bolsonaro. Son sólo los primeros cien días del mandato de cuatro años para el que fue electo y ya una parte del ciudadanos que votaron por él en octubre pasado dicen estar arrepentidos, según refleja la encuestadora Datafolha.

La decreciente popularidad del mandatario, el fantasma de la corrupción en su familia y gobierno, las infructuosas articulaciones del ministro de Economía, Paulo Guedes, para la aprobación de la ampliamente rechazada reforma de jubilaciones, y la sumisión de Bolsonaro al gobierno estadounidense, estuvieron en el foco de atención en los primeros tres meses del nuevo ejecutivo.

La profesora de Ciencias Políticas de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo, Rosemary Segurado, dijo al sitio digital Brasil de Fato, que esta primera etapa del gobernante fue una continuidad de su campaña electoral, sin la presentación efectiva de un plan de gobierno. “Es un gobierno desgobernado”, afirmó la analista.

El oscurantismo se apodera del Ministerio de Educación

Uno de los escándalos que esta semana captó la atención fue la destitución del ministro de Educación, Ricardo Vélez, luego del fracaso de sus esfuerzos para provocar un drástico retroceso en la enseñanza brasileña.

Pero su sustituto, Abraham Weintraub, va por el mismo camino. Es un hombre del mercado financiero a quien no se le conoce un único antecedente en temas vinculados a la educación. En su primera entrevista, aseguró: “Una persona que sabe leer y escribir y tiene acceso a internet no vota en el Partido de los Trabajadores”.

Las opiniones del nuevo titular son reveladoras de que el oscurantismo va a seguir siendo el principal ingrediente del que debería ser el ministerio más importante de un país. Esa idea contrasta con las fuerzas progresistas del país que lanzaron a la carrera presidencial de 2018 a Fernando Haddad, un profesor universitario.

¡80 tiros!

Desde la tarde del domingo 7 de abril, Jair Bolsonaro dio una entrevista, hizo dos discursos y publicó 17 tweets. Sin embargo, en ninguna de esas manifestaciones públicas hizo alusión al asesinato de Evaldo Rosa, ametrallado con la exorbitante cifra de 80 tiros, repito 80 tiros, por el Ejército, cuando llevaba a la familia a un babyshower.

El silencio del jefe de Estado parece un aval a la escalada de muertes en acciones policiales en el país. Fusilado por error, Evaldo se encuadra en el perfil más común de las víctimas: 99% son hombres y el 76% negros, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública.

En sintonía con su alabanza a la violencia, expresada durante su campaña electoral, el mandatario registró recientemente una de sus acciones más repudiadas, al pedir celebrar en los cuarteles el aniversario 55 del golpe que instauró una dictadura militar con más de 430 muertes y desaparecidos en 21 años.

A esto se suma una controversia que sacudió el país cuando suscribió un decreto para facilitar la posesión de armas de fuego a ciudadanos sin antecedentes penales en Brasil, donde casi 12 millones de personas viven en favelas, manchadas de sangre y pólvora por bandas ligadas al tráfico de drogas.

Desaciertos, luchas internas e incumplimientos de lo prometido evidencia un balance negativo de los cien días que Bolsonaro lleva en el poder. En medio de esa turbulenta coyuntura política cualquier cosa es incierta, incluso su permanencia en la presidencia. El ex militar se siente presionado y habrá que ver si continúa con esa aventura, pues evidentemente no tenía noción de a qué se enfrentaría luego de llegar al Palacio de Planalto.

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