Síguenos

Última hora

Localizan a dos menores de edad reportadas como desaparecidas en Chetumal

Internacional

Arte en la piel

Por Marina MenéndezFotos: Lisbet Goenaga(Especial para Por Esto!)

LA HABANA, Cuba.- Grabarse un tatuaje en Cuba puede costar no menos no menos de 50 dólares. Al menos esos son los precios si Ud. acude a La Marca, el único Estudio-galería de Arte Corporal de la capital y posiblemente del país.

No debe extrañar, por eso, la discreta pero nutrida cola que espera su turno este viernes 17 de mayo: en ocasión del Día Internacional de Lucha contra la Homofobia, el establecimiento hizo una sustanciosa rebaja y ofreció sus servicios en 10.00 CUC, el peso paralelo cubano, equivalente cada uno a la moneda de Estados Unidos o a unos 24 pesos de los que pagan en los salarios del Estado.

Para desalentar una práctica con tantos detractores antaño, se han esgrimido hasta hoy muchos argumentos, no pocos abordados alguna vez en la prensa juvenil: que si lo usaban «antes» los marginales, marinos y presidiarios; que se pueden contraer enfermedades si no se adoptan todas las medidas higiénicas; que es algo que quedará en tu cuerpo para toda la vida y después te puedes arrepentir…

Pero ninguno de esos razonamientos parece haber logrado detener la práctica, que se ha hecho más habitual no solo en Cuba sino en otros lugares del mundo, de donde llegó su influjo renovador aquí.

Ailed Duarte, una de las propietarias de La Marca, opina que ese cambio de percepción tiene que ver, precisamente, con el auge experimentado por el tatuaje a nivel internacional, desde los años de 1990.

“Hombres y mujeres de cualquier edad están asumiendo su uso como un estilo de vida. Más personas de cualquier esfera social, cualquier profesión y cualquier edad acuden al tatuaje para lucir de una forma diferente; o lo usan como un elemento de comunicación, pues portan en su cuerpo algo que los identifica o expresa las causas que abrazan”, comentó a POR ESTO!

Ailed defiende que ese dibujo hecho en tinta en la piel, sea artístico. “Es algo relacionado con la creación, y en La Marca le damos mucha importancia: que todos los trabajos sean personalizados.

“El cliente viene y le explica al grabador lo que quiere, cuál es el sentimiento que quiere dejar plasmado en su piel, y es el artista quien le ayuda a materializarlo y ajusta el dibujo a su cuerpo”.

Los precios aquí no son disuasorios ni especulativos, sino una necesidad, a tenor con lo que explica. “Nosotros tenemos que viajar y traer como parte de nuestro equipaje los insumos que necesitaremos, pues no podemos importar; y aquí tampoco se vende algo de eso”, comenta.

Tintas, agujas, y otros implementos que aseguran un trabajo con plena observancia de las normas sanitarias para preservar la salud son indispensables, al menos de acuerdo con las pautas de La Marca.

“Las personas piden el uso de una aguja nueva para que le realicen su tatuaje y piensan que ya están seguras. Pero en verdad se necesita mucho más», explica la joven co-dueña del estudio, convertido en centro cultural por la recurrente presentación allí de artistas jóvenes, y la realización de otras actividades que involucran a la comunidad”.

En sus empeños artísticos han contado con la participación de artistas invitados llegados desde Francia y desde México. Pero junto con el suceso cultural, la preocupación principal ostensible es la salud y la seguridad de los usuarios.

Aunque en el breve espacio del centro solo se ven jóvenes esta tarde, no son pocos los adultos maduros que acuden hoy al tatuaje en Cuba.

A Yaila, de 40 años de edad y madre de un joven de 20, POR ESTO! la halló caminando por La Habana. Luce todavía orgullosa la discreta flor que se tatuó hace más de una década en un pie.

“Sencillamente, me gusta, y no veo nada de malo en ello”, dice. Hay también reclamos de parte de los hacedores del tatuaje.

En una reunión donde había grabadores de diez provincias, efectuada en octubre pasado en la capital y bautizada como 1ª Convención de Tatuaje, algunos participantes se pronunciaron por la creación de una asociación que los agrupe y permita que su labor sea reconocida como parte de lo que aquí llamamos “cuentapropismo” (trabajo privado). Ello, dijeron, también propiciaría que se generalicen y exijan los cuidados observados en sitios como La Marca.

Tatuaje con propósito

No salen dos tatuajes iguales del refrigerado salón donde se graba en La Marca, aunque existen muchos diseños para que el cliente escoja. Pero el trabajo se ajusta a las características de cada quien.

El hecho artístico no es solo una intención de su creador; está en sus condiciones y su preparación.

Lyam se dedica a la profesión hace cuatro años, desde que tenía 20. Es graduado de Artes Plásticas y todavía pinta sobre lienzo. Pero esto es como “un cambio de soporte” que asume con la misma inquietud.

Desde pequeño le interesó la técnica del tatuaje que aprendió aquí.

“Un simple tatuaje necesita protección y prácticas cuidadosas como el uso de guantes nuevos cada vez, aislante de plástico sobre los muebles y las coberturas de las agujas que se cambian con cada cliente, el cuidado de no tocar nada ajeno mientras se graba…”, explica.

A Alejandra, de 20 años, los tatuajes le han gustado siempre. Su padre y su madre también tienen, y ella exhibe ya varios en su cuerpo a pesar de su joven edad.

“Todos forman parte de algún momento importante de mi vida. Algo que sentí en ese momento”, confiesa.

Algo tenso, Andy espera su turno para rellenar los contornos de la imagen ya delineada en su brazo. Es el segundo que lucirá, aunque siempre duele un poco, reconoce.

Le gusta del tatuaje que es algo para toda la vida, de modo que eso no le asusta.

“Un tatuaje no te hace delincuente ni mala persona. Es algo para decorar tu piel, afirma. Y tal vez sirva para expresarse a quienes “no tengan la voz suficiente” para hacerse oír”.

Siguiente noticia

La economía es parte de la cultura, no al revés