Manuel E. Yepe
Estados Unidos se ha comprometido formalmente a dominar el mundo para el año 2020. Con la nueva Directiva Espacial-4 del presidente Donald Trump, la producción de aviones de combate con armas láser como posibles precursores de las armas espaciales y la posibilidad de que se pongan en órbita ojivas nucleares, hacen avanzar el reloj…
Un interesante y verosímil trabajo de T.J. Coles aparecido en Counterpunch recientemente refiere que en 1997, el restablecido Comando Espacial de EE.UU. anunció su compromiso con la dominación de todo el espectro para 2020, lo que significa el control militar sobre la tierra, el mar, el aire y el espacio para proteger los intereses e inversiones de Estados Unidos.
Proteger significa garantizar la libertad operativa de la inversión de EE.UU., lo que a su vez significa “de las ganancias corporativas”.
El trabajo periodístico explica que, en el pasado, el Ejército se desplegó en función de los intereses de los colonos que robaron las tierras a los nativos americanos en el genocida nacimiento de la nación estadounidense.
Un informe de la Universidad Nacional de Defensa reconoce que para el siglo XIX, la Marina había evolucionado para proteger la recién formulada “gran estrategia” de Estados Unidos. Además de la supuesta protección de los ciudadanos y de la Constitución, el principio rector era, y sigue siendo, “la protección del territorio estadounidense… y nuestro bienestar económico”.
Según la Guía Estratégica de Estudios de la Fuerza Aérea, para el siglo XX la Fuerza Aérea se había establecido, para asegurar el suministro de energía y la libertad de acción para proteger intereses vitales, tales como el comercio. En el siglo XXI, estos pilares de poder fueron reforzados por el Comando Cibernético y la futura Fuerza Espacial.
El uso del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea -las tres dimensiones del poder- significa que Estados Unidos ya está cerca de lograr un “dominio completo del espectro”. El proyecto Costo de la Guerra de la Universidad de Brown documenta la actual participación militar de Estados Unidos en 80 países, o el 40% de las naciones del mundo. Esto incluye 65 de las llamadas operaciones de entrenamiento antiterrorista y 40 bases militares. Según esta medida, el “dominio completo del espectro” está casi a medio camino. Pero el mapa deja fuera las bases, programas de entrenamiento y operaciones de Estados Unidos y la OTAN en Estonia, Letonia, Polonia y Ucrania.
A medida que Estados Unidos expande sus operaciones espaciales -la cuarta dimensión de la guerra- se acelera la carrera hacia el “dominio de todo el espectro”. El espacio ha sido militarizado desde hace mucho tiempo en el sentido de que los Estados Unidos utilizan satélites para guiar misiles y aviones. Pero la nueva doctrina trata de convertir el espacio en un arma, por ejemplo, desdibujando los límites entre los aviones militares de gran altitud y el propio espacio. La energía espacial actual será aprovechada por Estados Unidos para garantizar el dominio de la infraestructura de satélites que permite el mundo moderno de Internet, el comercio electrónico, el GPS, las telecomunicaciones, la vigilancia y la lucha contra la guerra.
Desde la década de 1950, las Naciones Unidas han introducido varios tratados para prohibir la militarización y el emplazamiento de armas en el espacio, el más famoso de los cuales es el Tratado sobre el espacio ultraterrestre (1967). Estos tratados tienen por objeto preservar el espacio como un bien común para toda la humanidad. La creación de la Fuerza Espacial de Estados Unidos es una flagrante violación del espíritu, si no de la letra, de esos tratados.
En décadas más recientes, los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos han rechazado unilateralmente los tratados para reforzar y ampliar los acuerdos existentes sobre el espacio para la paz. En 2002, Estados Unidos se retiró del Tratado de Misiles Antibalísticos (1972), lo que le permitió ampliar sus sistemas de misiles de largo alcance.
En 2008, China y Rusia presentaron a la Conferencia de Desarme de las Naciones Unidas la propuesta de Tratado sobre la prevención del emplazamiento de armas en el espacio ultraterrestre y la amenaza o el uso de la fuerza contra objetos situados en el espacio ultraterrestre. Esto habría preservado el principio del espacio como comandos y habría respondido a las afirmaciones estadounidenses de que los “enemigos” utilizarían el espacio como campo de batalla contra los satélites estadounidenses.
Varios escenarios catastróficos que surgen en relación con éstas y otras áreas del desarrollo presentan la posibilidad de impactos no menos calamitosos, incluyendo en última instancia el fin del mundo, o al menos de la humanidad”.
(*) Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO! como fuente.
(http://manuelyepe.wordpress.com)