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Internacional

Cuestionada hegemonía

Alfredo García

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La incertidumbre de lo imprevisible menoscaba la Alianza Atlántica. El cuestionamiento de la hegemonía de Washington en la OTAN y el tratamiento de sus “aliados” europeos como súbditos quedó revelado tras las recientes amenazas de Michael Murphy, subsecretario del Departamento de Estado de EE. UU. para Europa.

En junio del pasado año la UE presentó en Bruselas el Fondo Europeo de Defensa (FED) para el desarrollo de las capacidades militares de sus miembros, proyecto independiente del complejo militar industrial de EE. UU. y Reino Unido. “Las empresas que opten a estos fondos deberán tener su sede y sus infraestructuras en la UE, y sobre todo, una entidad instalada fuera de la UE no podrá controlar la toma de decisiones”, según explicó en esa ocasión un funcionario europeo a condición de anonimato. “El Fondo, con un presupuesto de más de 15 mil millones de dólares entre 2021-2027 para el desarrollo e investigación, contribuirá a la autonomía estratégica de Europa en materia de protección y defensa de sus ciudadanos”, informó entonces la Comisión Europea.

La soberana decisión europea hizo sonar la alarma del principal vendedor de armamento en el planeta. Agitando la supuesta amenaza de Rusia y China hacia Europa, Murphy declaró: “Cualquier crisis importante en Europa requerirá irremisiblemente una respuesta con EE. UU., Canadá, Reino Unido y Noruega. Esa ayuda podría no llegar, si las industrias de armamento de ambas partes no puedan trabajar juntas y quizá, nuestros ejércitos se vuelvan menos interoperativos y no puedan combatir juntos” advirtió Murphy durante un reciente encuentro en Washington con su contraparte europea.

Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump promovió el aumento del gasto en defensa de sus aliados europeos en la OTAN y el financiamiento de las tropas norteamericanas desplegadas en bases japonesas. Como resultado de esa presión política, los 29 miembros de la OTAN aumentaron conjuntamente en 2018 su gasto militar en un 7 % (casi 64 mil millones de dólares) respecto al año anterior. Sin embargo, con la advertencia de Murphy hacia el Fondo de Defensa Europeo, se demuestra que el objetivo no era solo gastar más en defensa, sino hacerlo en las empresas norteamericanas.

La producción del complejo militar industrial de EE. UU. representa el 80 % del mercado mundial de exportaciones de armamento, un negocio estimado en unos 195 mil millones de dólares entre 2006 y 2016, según datos del Departamento de Estado de 2018, sobre gasto militar y transferencia de armas. En 2016 las exportaciones de armamento de EE. UU. alcanzaron más de 150 mil millones de dólares, mientras las exportaciones europeas apenas llegaron a 18 mil millones de dólares. Por su parte, el Fondo explicó a Washington, sin éxito, la compatibilidad del proyecto con los compromisos de la OTAN y negó que las normas europeas tuvieran el propósito de frenar la cooperación entre las industrias militares.

Durante una visita el pasado marzo a una fábrica de tanques de guerra en Ohio que estuvo a punto de ser cerrada durante el gobierno de Barack Obama, Trump se presentó como un semidiós: “Si no fuera por mí, esta planta estaría cerrada”, afirmó el guerrerista mandatario sugiriendo su reelección en 2020. Gracias al aumento del presupuesto militar por los drásticos recortes en medioambiente, cooperación exterior y ayuda contra la pobreza energética, la visitada factoría de guerra del Medio Oeste dará empleo a mil trabajadores y unos 200 proveedores de negocios. “La Administración de Trump ve nuestra industria de Defensa como el sólido cimiento de nuestra seguridad nacional y económica”, escribió días después en un artículo en The New York Times, Peter Navarro, asistente del presidente y director del Consejo de Comercio de la Casa Blanca.

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