Igual que en el caso de las parejas de distinto sexo de pingüinos de Magallanes, Rio y Eduardo se reparten las tareas de incubación y cuidado de los huevos y las crías, aunque también como en el caso de las parejas de distinto sexo, este reparto no siempre es del todo equitativo.
San Francisco (Estados Unidos), 5 jul (EFE).- Rio y Eduardo son una pareja de pingüinos del mismo sexo -ambos varones- que habitan en el zoológico de San Francisco (California, Estados Unidos), donde han criado hasta tres polluelos juntos y se han convertido en padres “ejemplares” dentro de la comunidad, explicó a Efe su cuidadora, Eva Solano.
En la isla de estas aves del parque californiano habitan varias decenas de pingüinos de Magallanes, una especie casi amenazada que anida en la Patagonia, y no es raro, según han podido comprobar los responsables del zoo a lo largo de los años, que se formen parejas del mismo sexo.
“(La homosexualidad) es algo natural. Forma parte de quienes son. No es algo que hagan porque estén en el zoo: aquí tienen a muchos pingüinos entre los que elegir y se han elegido el uno al otro”, dijo a Efe Solano, quien apuntó que también han tenido parejas gay o lésbicas de flamencos, cisnes, ranas, lagartos y monos.
Lo que hace de Rio y Eduardo una pareja destacada por encima de las demás no es su orientación sexual, sino sus excepcionales capacidades paternales, que hacen de ellos, en palabras de la cuidadora, unos padres “fantásticos e increíbles”, incluso mejores que las parejas formadas por miembros de distinto sexo.
Estos pingüinos, que llevan cinco años “saliendo juntos”, han criado tres polluelos desde 2016, cuando los trabajadores del zoológico les dieron el primer huevo para que lo incubasen y lo mantuvieron sano y caliente hasta que el pequeño salió del cascarón.
El primer hijo adoptivo de la pareja fue enviado a un zoo de Nueva York, ya que el parque californiano participa en un programa de gestión de la población de estas aves casi amenazadas, decenas de miles de las cuales mueren cada año a causa de la presencia de petróleo y carburantes en el océano.
La buena experiencia con ese primer huevo animó a los responsables del zoo asignarles otro al año siguiente, y esta vez Rio y Eduardo sí pudieron “quedarse” con el polluelo que nació de él.
“Les dimos el huevo, lo incubaron, el polluelo nació y ellos lo adoptaron. Yo no tuve que intervenir en absoluto. A muchos de los pájaros que tenemos aquí, los vigilo muy de cerca y cuando el polluelo o los padres necesitan ayuda, se la proporciono. Ellos no necesitaron ninguna ayuda”, indicó Solano.
Igual que en el caso de las parejas de distinto sexo de pingüinos de Magallanes, Rio y Eduardo se reparten las tareas de incubación y cuidado de los huevos y las crías, aunque también como en el caso de las parejas de distinto sexo, este reparto no siempre es del todo equitativo.
Rio normalmente pasa un poco más de rato incubando, mientras que a Eduardo le gusta dedicar más tiempo a sus paseos, pero aun así, según explicó la cuidadora, sigue cumpliendo con sus obligaciones paternales.
“Se preocupan el uno por el otro y se preocupan por su hijo, porque es su hijo. Hacen lo mismo que hacen todos los demás y lo hacen mejor que la mayoría de parejas del zoo”, aseguró Solano.
Rio y Eduardo no son los únicos habitantes gay de la isla en la actualidad: otra pareja, formada también por dos varones, Ruppert y Winston, completa la comunidad homosexual entre los pingüinos, aunque las cualidades paternales de estos últimos todavía son un misterio.
Ruppert tiene cinco años y Winston solo dos (se considera que los pingüinos de Magallanes alcanzan la edad adulta a los tres años), de manera que son todavía demasiado jóvenes y aún no han criado ningún polluelo juntos, a lo que tampoco ayuda la poca fidelidad de Winston, quien ha cambiado varias veces de pareja.
“Winston es joven y está experimentado para ver qué es lo que quiere hacer con su vida”, bromeó la cuidadora.