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Internacional

No confiar en el imperialismo 'ni tantito así”

Pedro Díaz Arcia

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), que adquirió su existencia oficial el 24 de octubre de 1945, es el organismo internacional más importante y representativo; pero el menos democrático a partir de su estructura para la toma de decisiones. La Asamblea General, su primer órgano deliberativo y que aprueba decenas de resoluciones anuales, no tienen un carácter vinculante. O sea, no puede ejecutar aquellas que afecten los intereses de cualquiera de los miembros del Consejo de Seguridad: el “quinteto del poder”.

A diferencia de la Liga de las Naciones, creada en 1919 bajo las concepciones del presidente estadounidense, Thomas Woodrow Wilson (1913-1921), basada en el intervencionismo para eliminar presuntos riesgos; mientras la ONU respondería a los principios de universalidad, e igualdad soberana de los Estados al margen de sus sistemas sociales.

Wilson aplicó una política férrea contra cualquier país que supusiera un riesgo para su estabilidad económica, política o su “seguridad nacional”. En 1914 invadió México; ocupó Haití en 1915; y, en 1916, tomó militarmente la República Dominicana; con el objetivo de abrir puertas a los capitales norteamericanos.

En 1918, expuso sus famosos 14 puntos, entre ellos: la libertad de navegación y comercio; la eliminación de las barreras económicas: y la creación de una Liga de Naciones, más tarde la Sociedad de Naciones (por la que recibiría, en 1919, el premio Nobel de la Paz), aunque el Congreso estadounidense negó el ingreso del país a la institución. El llamado “idealismo Wilsoniano”, un corolario de la doctrina Monroe, dejó también sus marcas en la Casa Blanca.

¿Resulta una coincidencia que la Sociedad de las Naciones Unidas y la ONU surgieran después de conflictos mundiales? ¿Esperan los líderes de las principales potencias que “concluya” una Tercera Guerra Mundial, para que sobre sus ruinas se construya un orden de paz internacional a partir de una nueva Carta Magna?

¡Nada quedará luego de un conflicto nuclear!

La Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) se reúne una vez al año a partir de septiembre y hasta mediados de diciembre. Todos los Estados miembros están representados en ella y cada uno tiene un voto. Pero el gran problema es que sus votaciones no tienen un carácter obligatorio, de ser así, Estados Unidos habría tenido que desmantelar su criminal bloqueo contra Cuba. Cada año, Washington recibe la humillación de que casi el 100% -de más de 190 miembros- no apoye su prepotencia imperial.

Entonces, podemos preguntarnos: ¿qué valor tiene la Asamblea General, si el Consejo de Seguridad, con un solo voto tiene el poder de anular cualquier resolución? El valor radica en que es un foro para el debate universal sobre los principales problemas que enfrenta la humanidad; proponer soluciones; encarar retos; denunciar arbitrariedades que ocultan o distorsionan los emporios mediáticos; y fijar las posiciones de un país ante amenazas o actos impunes de las grandes potencias.

La voz de Cuba, libre y soberana, retumbará una vez más en el plenario de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Su canciller, Bruno Rodríguez Parrilla, al frente de la delegación de la isla antillana expondrá las posiciones del país sobre diversos temas de particular interés en el acontecer mundial; las crecientes tensiones con Estados Unidos enfrascado en agudizar el criminal bloqueo; el sabotaje contra el abasto de suministros a Cuba; en un escenario caracterizado por la crítica convivencia pacífica, la inseguridad internacional y los peligros para la especie humana.

Rodríguez Parrilla arribó a Estados Unidos, recién expulsados dos funcionarios de la Misión Permanente de Cuba en la ONU y el endurecimiento en la restricción de movimiento a diplomáticos y familias; en un clima de embriaguez y triunfalismo trasnochado por parte del gobierno de Donald Trump.

Es bueno repetir a los “sordos” y a los inventores de fábulas, que la mesa para negociar, en paridad absoluta, siempre estará lista. La trinchera para defender la soberanía también. Fieles a la advertencia del Che: “No se puede confiar en el Imperialismo pero, ni tantito así”.

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