BOGOTA, Colombia, 2 de septiembre (EFE).- La sombra de la violencia electoral sobrevuela de nuevo Colombia tras el brutal asesinato conocido este lunes de la candidata liberal Karina García Sierra y cinco personas más que la acompañaban en la localidad de Suárez, la que aspiraba a gobernar y en la que el conflicto armado está reviviendo con fuerza.
La matanza rompió el ciclo electoral más pacífico de la historia reciente de Colombia ya que en 2018 el país vivió las dos vueltas de las elecciones presidenciales y los comicios legislativos apenas sin incidencias.
La amenaza se concretó cuando se desplazaba en un vehículo por el corregimiento (caserío) de Betania, que forma parte de Suárez, en el convulso departamento suroccidental del Cauca.
El vehículo todoterreno fue tiroteado y posteriormente incendiado por lo que los restos de García Sierra y sus acompañantes fueron encontrados calcinados, mientras que un escolta consiguió escapar, según el gobernador del Cauca, Óscar Campo.
En su vídeo, García Sierra denunciaba que la publicidad de su candidatura estaba siendo objeto de ataques en Betulia, donde miembros de su campaña habían sido interceptados por “cuatro sujetos armados de un grupo al margen de la ley” que aseguraron tener “orden directa” de no permitirla en ese corregimiento.
“Le pido a seguidores y demás candidatos que no continúen haciendo frente a estos grupos armados comentarios acerca de mi candidatura, comentarios que son falsos como que voy a traer a paramilitares, a multinacionales, que les voy a quitar las tierras a la gente. Esto puede traer para mí consecuencias incluso fatales”, advirtió entonces la joven política.