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Internacional

Alfredo García

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comienza el año electoral con un contradictorio “average” de 300 en economía, pero por debajo de 230 en política exterior. El “average” es en béisbol, un promedio entre la cantidad de “hits” y el número de turnos al bate.

Aunque en el segundo semestre de 2019, la economía dio señales de desaceleración como resultado de las tenciones comerciales con China, la misma mantiene un ritmo saludable con más del 2% de crecimiento, un desempleo por debajo del 4%, inflación controlada del 2% y un gasto de consumidor por encima del 4%. El estado de la economía es clave, al momento de orientar el voto del norteamericano medio.

Sin embargo, con su torpeza en política exterior, Trump pierde oportunidades en el complejo mosaico de conflictos, donde con un poco de astucia y sabiduría, podría garantizar junto a la buena expectativa económica, imbatibles resultados para su reelección en noviembre de este año. Por el contrario, su último exabrupto, el bombardeo del pasado domingo contra bases de la milicia iraquí en Irak y Siria, que dejó 25 muertos y 51 heridos, provocó un incremento de la tensión con el gobierno “aliado” iraquí y el reverdecimiento de las protestas contra la presencia militar norteamericana en Irak.

Para justificar la agresión aérea, la Casa Blanca alegó el ataque con misiles la pasada semana contra una base norteamericana en Irak, que dejó un contratista (mercenario) muerto. Trump responsabilizó al grupo, Kataib Hezbollah, al que señala como pro-iraní, que integra las milicias, Fuerzas de Movilización Popular (FMP), una coalición paramilitar iraquí organizada por el Ministerio del Interior de Irak desde junio de 2014, para combatir la invasión del Estado Islámico (EI).

El pasado martes, bajo la consigna de “muerte a América”, miles de iraquíes se manifestaron con violencia en el complejo de la embajada de Estados Unidos para condenar los bombardeos, cruzando los puntos de control que impiden el acceso a la “Zona Verde”, área de alta seguridad donde se encuentra la sede diplomática, lanzando piedras, provocando incendios y amenazando con un plantón permanente hasta la retirada de las tropas norteamericanas del país. El Pentágono tiene desplegado en Irak, cerca de 5,000 soldados en tareas de entrenamiento y seguridad.

El presidente Trump acusó a Irán de “estar orquestando el ataque” y conminó al gobierno iraquí a proteger la Embajada. “Irán asesinó a un contratista estadounidense e hirió a varios. Hemos respondido con fuerza, y así lo haremos siempre. Ahora Irán está orquestando un ataque a la embajada de Estados Unidos en Irak. Se les hará plenamente responsables de ello. Además, esperamos que Irak utilice sus fuerzas para proteger la Embajada y así se lo hemos notificado”, escribió Trump en su cuenta Twitter, tras el envió de 120 marines desde su base en Kuwait para reforzar la protección de la Embajada. Sobre el incidente en la misión diplomática, el gobierno iraquí argumentó que los ataques aéreos del domingo fueron una “afrenta a la soberanía de su nación” y amenazó con romper el “acuerdo” que permite la permanencia de las tropas norteamericanas en Irak.

Trump carece de la demostrada astucia de Richard Nixon, con su apertura a China o la probada sabiduría de Barack Obama, para alcanzar el acuerdo nuclear con Irán. Lo que pudo ser un “home run” que lo habría llevado al “hall de la fama”: el acuerdo de paz con Corea del Norte, amenaza con terminar en un vergonzoso “tercer strike”. Trump puede seguir confiado en que “podría pararse en la mitad de la Quinta Avenida y disparar a gente y no perdería votantes” como aseguró en Iowa en enero de 2016, pero esta vez su contradictorio “average” en el Congreso de Estados Unidos, puede traerle sorpresas.

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