Alfredo García
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La sorpresiva gira internacional del opositor venezolano, Juan Guaidó, de la mano del gobierno de Estados Unidos revela no solo la impunidad de la Casa Blanca para aplicar su voluntad en política exterior frente a los organismos internacionales, sino la subordinación de gran parte de la comunidad internacional a su política imperial.
Con un espectacular viaje “clandestino” a Colombia, el “Rambo” venezolano “presidente interino” de Venezuela autoproclamado el pasado año y proyectado internacionalmente por una maquinaria política, mediática y económica, se reunió con el presidente colombiano, Iván Duque, el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el encargado especial para Venezuela, Elliot Abrams, en medio de un creciente deterioro de su popularidad por la pérdida de la presidencia de la Asamblea Nacional el pasado 5 de enero, la fractura de partidos opositores aliados y la desfachatez de su manipulación política por parte del gobierno norteamericano.
El presidente, Nicolás Maduro, había ganado su reelección en las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018, con un 67.84% de los votos sobre sus rivales, Henri Falcón, candidato del partido de centro-izquierda, Avanzada Progresista, con el 20.93% y Javier Bertucci, candidato del partido demócrata-cristiano, Esperanza por el Cambio, con 10.82% de los sufragios.
El 23 de enero de 2019 Guaidó desconoció la legalidad de las elecciones, acusó al presidente, Nicolás Maduro de “usurpador” de la presidencia y se autoproclamó a cargo del Ejecutivo venezolano. De inmediato el presidente, Donald Trump, reconoció a Guaidó como “presidente interino” de Venezuela, mientras el secretario de Estado instaba a los militares venezolanos a “apoyar los esfuerzos para restaurar la democracia” y alentaba a gobiernos aliados a reconocer a Guaidó como “presidente”. Trump recibió genuflexa respuesta por parte de Canadá, Argentina, Colombia, Brasil, Guatemala, Paraguay, Perú, Ecuador, Costa Rica y Chile, así como la OEA y la Unión Europea (UE). Posteriormente siguió un escalonado reconocimiento a la espuria “presidencia” venezolana por otros 44 países, el Grupo de Lima y el Parlamento Europeo, en lo que sería una de las más fuertes y silenciosas presiones de EU sobre sus “aliados” para respaldar su injerencia en los asuntos internos de Venezuela, recreado con carismáticas fotos del “presidente” Guaidó por la prensa en todo el mundo.
En Europa se hicieron malabares para quedar bien con Dios y con el Diablo. El pasado martes el primer ministro británico, Boris Johnson, recibió a Guaidó en su residencia con carácter de “encuentro privado”. Posteriormente el ministro de Exterior, Dominic Raab, compartió fotos con Guaidó. Ayer en Bruselas, el Alto Representante de la Comisión Europea, Josep Borrel, recibió a Guaidó y brindó “firme apoyo” de la UE, instando a un “diálogo útil” entre las partes. Después Guaidó participó en el Foro Económico Mundial de Davos, donde podría reunirse con Trump. El próximo sábado se espera su llegada a España, a pesar que el presidente, Pedro Sánchez, relegó su atención a la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González.
Restando importancia al juicio político en el Congreso y haciendo alardes de su poder frente a Irán, Trump no puede evitar con Venezuela una carrera contra el tiempo. Mientras Estados Unidos reflota políticamente a Guaidó a costa de exhibirlo como “líder” prefabricado, el gobierno de Maduro busca un acuerdo político con un sector de la oposición deslindado de la estrategia golpista de Washington, para renovar el Consejo Nacional Electoral en las elecciones parlamentarias previstas el próximo 6 de diciembre, donde se elegirán todos los escaños de la Asamblea Nacional entre el 5 de enero de 2021 y 2026.