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Internacional

Tácticas conocidas

Jorge Gómez Barata

Lo último que necesitan Irak y Siria es que Estados Unidos e Irán utilicen sus territorios para dirimir violentas confrontaciones. No sería una novedad. Combatir en escenarios lejanos y desafiar militarmente a adversarios en territorio de terceros países es recurrente en la práctica de la política exterior estadounidense. Es lo que ahora ocurre en Irak y Siria.

La guerra Hispano-Americana en 1898, no se libró en Estados Unidos ni en España, sino en Cuba, Filipinas y Puerto Rico. La primera y segunda guerras mundiales, en las que, como parte de los aliados, Estados Unidos resultó victorioso, se desarrollaron en Europa y Asia, mientras que la Guerra de Corea fue peleada por tropas estadounidenses contra la Unión Soviética y China, en territorio coreano y por “persona interpuesta”. Como botón de muestra, se trata de cuatro grandes contiendas militares sin un solo disparo en territorio norteamericano.

Estados Unidos ha aprovechado las ventajas del aislamiento geográfico y la protección que le proporcionan las barreras de los océanos Atlántico, Pacifico que los separan de Europa (4.000 km) Y de Asia (8,000 km.), por lo cual disfruta de una posición geoestratégica prácticamente invulnerable. Únicamente la cohetería soviética y ahora rusa pudieran representar un desafío.

Explotando tales ventajas, desde el siglo XIX, Estados Unidos diseñó su doctrina militar basada en el poderío naval, proyectado a tierra por medio de capacidades de desembarco, luego con un importante potencial aéreo embarcado en portaviones y más tarde mediante bases militares en el extranjero. A todos esos elementos, se suman la aviación de largo alcance, la cohetería estratégica y los submarinos nucleares.

El fin de año, las milicias de Hezbolá y otras denominaciones chiitas asociadas con Irán y que, entre otras locaciones, se han instalado en Siria e Irak, donde mantienen tropas y capacidades operativas, atacaron con misiles las bases de “Al Ambar” y Kirkuk en Irak donde se encuentran estacionados efectivos estadounidenses que sufrieron algunas perdidas. Estados Unidos culpó a paramilitares radicales islámicos apoyados por Irán.

El 29 de diciembre, sin consultar con el gobierno iraquí, Estados Unidos lanzó sendos ataques aéreos contra cinco bases e instalaciones logísticas de Hezbolá en Irán y Siria, dando muerte a unos 25 efectivos, presumiblemente, paramilitares de la organización islámica asociada a Irán. El presidente Donald Trump advirtió a la jerarquía persa que sus efectivos en Irak o Siria podían sufrir nuevos ataques.

Ante las represalias de Estados Unidos, el último día de 2019, durante una manifestación, presuntamente instigada por Multitud Popular, tuvo lugar una violenta irrupción en la embajada norteamericana en Bagdad.

Estados Unidos responsabilizó a Irán con el hecho, ante lo cual hubo nuevas y agresivas declaración tanto del presidente Trump como del secretario de estado Mike Pompeo.

Como suele ocurrir, Irán declaró que pudiera responder en los mismos términos, o sea militarmente, lo cual daría lugar a un enfrentamiento en entre Irán y Estados Unidos de escala por ahora incalculable y que ocurriría en terceros países, en este caso en Irak y Siria, lo cual ahorraría a los promotores del conflicto las penurias de combatir en su territorio.

La escalada llegó a un punto que se aproximaba a la línea de no retorno en el momento en que, desde Kuwait, Estados Unidos reforzó las defensas de su embajada en Irak mediante el envío de un destacamento de marines y tres helicópteros “Apache” que, en demostración de fuerza, sobrevolaron Bagdad, disparando bengalas para ostentar su presencia y disuadir a los manifestantes que habían penetrado el perímetro de la sede diplomática.

Afortunadamente, en el primer día del año 2020, los jerarcas chiitas, promotores de las manifestaciones y autores de las amenazas a la sede estadounidense, dieron paso atrás y comenzaron a retirarse de las inmediaciones de la embajada, con lo cual la crisis comenzó a ser desactivada.

Irán, aliado de Irak y Siria, muestra escasa consideración cuando se aventura a acciones que aportan poco o ningún beneficio en sus estrategias políticas, pero que representan riesgos para los países en cuyo territorio tienen lugar las acciones y las represalias de las cuales, muchas veces, son víctimas civiles.

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