Pedro Díaz Arcia
La tensión que venía acrecentándose en el Golfo Pérsico explotó como una olla de presión tras el asesinato del teniente general iraní, Qasem Soleimani, el segundo hombre más poderoso de la nación, luego del ayatolá Seyed Ali Jamenei. El alto oficial, jefe de las Fuerzas Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) era considerado como un “símbolo nacional”.
La confirmación por el Pentágono de que el ataque donde viajaba Soleimani en un auto lo ordenó el presidente estadounidense, provocó reacciones en Medio Oriente y el mundo. El gobierno de Teherán declaró que dará una lección a Trump, así como a todos los próximos presidentes de este país que jamás olvidarán. El ayatolá Jamenei dijo que Estados Unidos había cruzado la línea roja de Irán; y que el pueblo responderá en un futuro cercano. Lo que deja el sable pendiente en el espacio.
Me pregunto: ¿qué sucedería si el segundo jefe del Pentágono fuera ultimado por misiles iraníes en un país árabe? Esperemos enfrentamientos entre Estados Unidos y los radicales chiíes
El primer ministro de Irak, Adil Abdul-Mahdi, al condenar la muerte de Soleimani, dijo que el ataque supone “una escalada peligrosa que es la mecha de una guerra devastadora en Irak”. Para Moscú la muerte de un defensor de los intereses de Irán significa una nueva realidad en la zona. China llamó a respetar las normas de las relaciones internacionales; Francia criticó la acción de Washington y precisó que el ataque hace que el mundo sea más peligroso; en tanto Londres instó a reducir la escalada.
Muchos analistas coinciden en que se ha desarrollado un proceso de militarización de la política exterior estadounidense. El nivel en el que participan en estas decisiones se incrementa.
Cuando se especula cuál será el próximo paso de Washington, luego de la drástica acción llevada a cabo, se destaca la alta concentración de sus fuerzas militares en Medio Oriente. En un eventual ataque contra Irán podrían contar con bases en varios países del área u operar desde ellos: en Qatar se encuentra su mayor base en Medio Oriente, donde hay unos 10.000 militares desplegados; en Omán tienen una de las bases más importantes para el despliegue aéreo; en Arabia Saudí tienen al menos cuatro bases; en Qatar, Kuwait o Emiratos Árabes o bien cuentan con bases o prestan sus territorios para operaciones militares.
También podrían contar con otras bases de apoyo en Turquía, Jordania, Paquistán, Irak e Israel; además de la presencia de un grupo de portaaviones y un despliegue de más de 50.000 tropas. Este sería un breve resumen de su poderío en el área.
Algunos confieren a Estados Unidos la garantía del dominio en los mares y cielos; a lo que se incorporaría su capacidad para desarrollar la guerra electrónica y los refuerzos que deben estar en camino a la zona. Aún así, creo que en tierra tendrían otra connotación; con independencia incluso de que los iraníes, en su defensa, puedan llevar la guerra irregular a otros “territorios”.
No existe enemigo pequeño y la sobreestimación suele ser causa de terribles errores, sobre todo en política.
Esta aventura grotesca, así como otras con el fin de obtener por la intervención militar lo que debe corresponder al recurso del multilateralismo, la cooperación y el respeto a la Carta de las Naciones Unidas, puede significar un alto costo que pagarían no solo Irán y otros países, sino los propios estadounidenses: porque es una llama ardiendo en un almacén de explosivos.
Se espera una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU que aborde la compleja situación en Medio Oriente.