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Internacional

China acusa a Estados Unidos por la pandemia

Pedro Díaz Arcia

Si algo hay de razón en las advertencias del académico británico Stephen Hawking, quien inspiró “La teoría de todo”, es que la humanidad está en constante riesgo y muchos de los peligros que la amenazan han sido creados por el hombre. Entre ellos estarían: la posibilidad de una guerra nuclear a gran escala, el cambio climático y virus genéticamente modificados; cualquiera puede poner en jaque la existencia de la especie humana.

Aunque Hawking confía en que puedan ser controlados, creo que ya es tarde. Se trata de fuerzas demoníacas, fruto de las peores intenciones y sueltas por el mundo campeando por sus respetos.

La Cancillería china afirmó el jueves que Estados Unidos podría haber llevado el coronavirus a la ciudad de Wujan, basada en declaraciones de Robert Redfield, director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, quien dijo en el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes que fallecimientos por el COVID-19 en su país, recibieron el diagnóstico de muertes vinculadas con la influenza.

Durante la audiencia el miércoles en el Capitolio, al responder la pregunta del representante demócrata californiano, Harley Rouda: “¿Podríamos tener en Estados Unidos personas muertas al parecer por influenza aunque de hecho se haya tratado de coronavirus o COVID-19?”; Redfield respondió categórico “Hasta el momento algunos casos han sido en efecto diagnosticados de esa manera en Estados Unidos”, según Xinjua.

A partir de esas declaraciones, el portavoz del Ministerio de Exteriores de China, Zhao Lijian, escribió en su cuenta en Twitter: “¿Cuántos están relacionados con COVID-19?”. A continuación pidió transparencia a Washington, exigiendo que haga público sus datos. “¡Nos debe una explicación!”, agregó.

En lo que va de temporada, entre septiembre de 2019 y el 29 de febrero de 2020, un total de 34 millones contrajeron la influenza en Estados Unidos. Murieron 20,000 personas, de ellas 136 niños, nuevo grupo de riesgo, y 350,000 fueron hospitalizadas.

En cuanto al enigma sobre el verdadero origen del COVID-19, Philip Giraldi, especialista en contraterrorismo y ex oficial de inteligencia de la CIA, opina que su país podría haber “creado” el virus, en colaboración con Israel, como un arma de guerra biológica contra China e Irán. Otros analistas no exoneran a Washington de culpas.

En medio de un caos generalizado, aunque el virus no cree en clases sociales: una cosa es para los pobres y otra es para los ricos. El acceso a pruebas de detección y tratamiento no están al alcance de muchos pueblos. No se sabe a ciencia cierta cuántos y dónde se encuentran ahora cientos de miles, quizá millones de personas, en distintas fases de la enfermedad, sin que a ciencia cierta puedan augurar qué les espera. Territorios nacionales y megacapitales están encerrados en la incertidumbre, como predios de la Edad Media.

Pero la pandemia también es fuente de enriquecimiento; a la par que puede sacar a la superficie lo peor del ser humano: la falta de solidaridad. Es el dolor, nada extraño, convertido a veces en fuente de mercadeo y desigualdades.

Ese 1% de la humanidad que abarca el 99% de las riquezas que crean las sociedades, también los que le siguen en la escala de capitales tienen sus búnkeres de lujo para estas contingencias, se trate de una guerra nuclear o una pandemia “apocalíptica”.

En fin, no se sabrá durante un tiempo quién o quiénes metieron las manos para empeorar las cosas en el planeta. Algún día se develará pero tarde, porque el daño causado no tiene reversa.

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