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Que pasaría en el mundo si Trump ganara

Manuel E. Yepe

Los críticos de Donald Trump lo han acusado a menudo de ignorancia y falta de un enfoque estratégico de la política exterior. Pero esto es un profundo malentendido, según *Wesley K. Clark, ex comandante supremo de la OTAN, Trump siempre ha tenido una cierta estrategia, basada en su instinto y su experiencia en el trato con líderes de negocios internacionales y personalidades de este perfil. Una estrategia basada en el viejo estilo aislacionista estadounidense y en la apreciación de las nuevas realidades de los negocios internacionales. Su reelección confirmaría un profundo reajuste en las políticas de seguridad y en las prioridades militares de Estados Unidos. Esta estrategia estará basada en valores transaccionales y desconectada de la historia y la experiencia.

Durante más de 70 años, Estados Unidos ha mantenido un poderoso control sobre Europa Occidental, una consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y del posterior desafío de la Unión Soviética durante la Guerra Fría. El principal instrumento de la influencia estadounidense ha sido la OTAN, donde Estados Unidos proporcionó el componente militar dominante mientras que los europeos aportaron la geografía, y un menor grado de compromiso financiero y recursos de defensa. Era una cuestión de uso mutuo: utilizamos la influencia diplomática y financiera de los europeos para servir a lo que creíamos que eran intereses vitales de EEUU, no sólo en Europa sino también más allá, y obtuvieron un poderoso paraguas de seguridad, bajo el que proporcionalmente podían dedicar mayores recursos al bienestar social sin temor a un renovado conflicto intraeuropeo. Con más de 500 millones de personas, un PIB que rivaliza con el nuestro y una cultura que comparte en gran medida nuestros propios valores, Europa fue nuestro socio natural, y la asociación transatlántica ha tenido un éxito enorme en la promoción de la paz y la prosperidad.

Tras su reelección, es probable que el Presidente Trump reduzca su valoración de la OTAN. Espere cambios de política por medio de sus tweets. Rusia ya no será vista como una amenaza. Cesará la ampliación de la OTAN y se reducirá el apoyo a Ucrania y Georgia. Se espera que los países gasten más del 2% de su PIB en defensa, y pagarán más por la presencia de tropas y ejercicios estadounidenses. El artículo 5 -defensa colectiva- será condicionado. Se crearán acuerdos de seguridad con el Reino Unido fuera de la OTAN, y la OTAN será rehén de los términos comerciales más favorables de EEUU. Si la Unión Europea resiste las presiones económicas de EEUU, el presidente ejercerá influencia a través de la disminución del apoyo a la OTAN.

Estados Unidos medirá cada vez más las consecuencias financieras de sus alineamientos y alianzas. China podrá comprar una retirada de EEUU del Pacífico Occidental.

La consecuencia será una apertura para que Rusia explote las debilidades particulares de cada uno de estos países, ya sea política, económica o informalmente, debilitando aún más no sólo a la OTAN sino también a la UE. Europa, incluida Europa Occidental, estará abierta a una penetración más profunda por parte de Rusia y China.

En el Medio Oriente, EEUU anclará una alianza EEUU-Israelí-Saudí dirigida contra Irán. Las fuerzas estadounidenses dejarán Irak y Siria. Rusia será vista cada vez más como un socio, colaborador y adversario a medida que consolide su control sobre el petróleo sirio y libio y estabilice las tendencias expansionistas de Turquía. ISIS se convertirá en un arma usada principalmente contra Irán y los kurdos, reduciendo partes de Irán a un estado fallido. Pero los esfuerzos militares de EEUU, en gran parte dirigidos contra ISIS, serán restringidos.

En Africa, los esfuerzos de inversión de EEUU para aumentar su influencia bajo una mejorada Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de EEUU serán muy pocos, y demasiado tarde. La expansión de la presencia militar rusa y la reducción de su huella militar aumentarán aún más la influencia de Rusia no sólo en Europa y en las propias necesidades de petróleo y gas del país, sino también en sus corrientes de inversión en Africa. La continuación de las grandes inversiones chinas en los países ricos en recursos del Sur de Africa permitirá a China encontrar la seguridad de recursos que busca.

Tanto en Oriente Medio como en Africa la consecuencia será la continuación de los conflictos de bajo nivel y la pérdida de una influencia más amplia de Estados Unidos.

El ejército estadounidense necesario para seguir la estrategia de América Primero se transformará sutilmente con una tecnología más alta y fuerzas más pequeñas, incluso cuando el presupuesto de defensa crezca. El énfasis será en la defensa, no en la intervención, y donde haya intervención, será un ataque rápido y luego la retirada. Las fuerzas de avanzada se retirarán en gran medida, incluso de Afganistán. Se establecerán múltiples líneas de defensa activas a lo largo de nuestra frontera Sur, con la Patrulla Fronteriza de los EE. UU. cada vez más complementada por una profunda inteligencia y respaldada por las fuerzas movilizadas de la Guardia Nacional.

El Ejército probablemente se enfrentará a los mayores recortes, con la retirada de las fuerzas de avanzada de Corea y Europa, lo que permitirá reducir las unidades principales. Las Fuerzas de Operaciones Especiales estarán protegidas, incluso cuando algunas fuerzas se retiren de Africa. La Guardia Nacional pudiera ser mejor financiada y recibir misiones ampliadas en campos como la ciberdefensa y refuerzos fronterizos. Continuarán los proyectos de alta tecnología como las armas de energía dirigida, misiles hipersónicos, aviones planeadores y esfuerzos dirigidos al espacio. La Armada se mantendrá centrada en sus misiones en Oriente Medio y en el Indo-Pacífico, pero se considerará especialmente valiosa como palanca para asegurar acuerdos comerciales adecuados con China. Al final, mantendrá profundos recortes en los buques, y especialmente en los grupos de batalla de portaaviones, a medida que EE. UU. se retire de sus compromisos ampliados en el extranjero.

En Asia, EE. UU. se fijará cada vez más en las consecuencias financieras de sus alineamientos y alianzas. Temporalmente, Japón y Corea del Sur podrán mantener la presencia y el compromiso de Estados Unidos aumentando sustancialmente sus pagos de apoyo a la nación anfitriona. Pero para avanzar en la resolución de los asuntos comerciales de EE. UU. con China, es probable que Trump presidente cambie la presencia de EE. UU. en el Pacífico Occidental; el tema clave será el precio. Estos compromisos militares serán vistos en términos transaccionales.

“¿Cómo y cuánto pagará China para que EE. UU. salga de la región?” Es la pregunta con que Wesley Clark concluye su pronóstico.

La consecuencia en Asia será evitar un conflicto armado con China por Taiwán y el Mar del Sur de China -la llamada trampa de Tucídides- pero también intercambiará alianzas estadounidenses por una compra económica de la retirada americana, un gran aumento del poder chino en la zona y una reducción de la influencia estadounidense.

En América Latina, el objetivo principal del presidente será hacer retroceder la inmigración, incluida la inmigración ilegal. La asistencia extranjera se dirigirá a aquellos países y actividades que mejor puedan impedir la inmigración. Un objetivo secundario será asegurar que las empresas estadounidenses puedan explotar cualquier oportunidad de recursos particulares, por ejemplo el enorme hallazgo de petróleo frente a la costa de Guyana, y mantener los actuales equilibrios comerciales en el marco del Acuerdo entre los Estados Unidos, México y Canadá recientemente acordado.

La historia y la experiencia nos enseñan que estas políticas no son sabias. En dos guerras mundiales del siglo XX, los Estados Unidos determinaron que no podían permitir que una potencia hostil dominara Europa. Tres generaciones de líderes estadounidenses sostuvieron fielmente esa lección, mantuvieron la paz y aseguraron que los Estados Unidos -y los valores estadounidenses- mantuvieran su dominio durante la Guerra Fría y el período posterior a la Guerra Fría en todo el mundo. Pero esa lección, y las alianzas y fuerzas que la permitieron, y el mundo que se construyó con los valores y la sangre estadounidenses, quedarán atrás con la reelección en 2020 del Presidente Donald Trump. La seguridad a largo plazo será negociada para obtener ganancias a corto plazo, tanto económicas como políticas. En el mundo dejado a nuestros hijos, América estará más aislada y menos segura. Difícilmente América primero.

*Wesley K. Clark es un ex comandante supremo aliado de la OTAN. Es miembro senior del Centro de Relaciones Internacionales Burkle de la UCLA.

http://manuelyepe.wordpress.com/

Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO! como fuente

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