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El otro azote del Coronavirus

Por MARINA MENENDEZFotos: Lisbet Goenaga(Especial para Por Esto!)

LA HABANA, Cuba.- El primer gran golpe para la economía familiar de ciertos sectores de cubanos fue la ausencia de los cruceros, causantes del declive de los pequeños negocios que hacían su agosto desde enero vendiendo comida o artesanías, sobre todo, en la parte vieja de esta ciudad… y de otras urbes cabeceras o con gran afluencia de turistas.

El encontronazo también se lo sintieron los arrendatarios, a quienes empezó a hacérseles más difícil hallar huéspedes, a pesar de las muchas maneras solidarias en que se comunicaban y recomendaban entre unos y otros, cuando alguno recibía al miembro de un grupo de vacacionistas.

“Yo sé dónde se pueden quedar sus amigos, sin problemas”, decía Nidia, y les entregaba el número telefónico de su vecina, a los otros, quienes se iban cinco pisos arriba.

Ahora el mazazo ha sido brutal. El ataque mundial del Covid-19 ha obligado a cerrar puertas y ventanas, y está dejando con los bolsillos vacíos a dueños de paladares (como llamamos aquí a los restaurantes de los trabajadores por cuenta propia), a quienes rentan habitaciones o viviendas, a artesanos y pintores, y a los choferes de autos privados de alquiler, entre un rosario de cuentapropistas impedidos de hacer su labor.

Pero el stop no se hizo patente, propiamente, cuando las autoridades decretaron el cierre de los aeropuertos casi a finales de marzo y la ausencia de vuelos hacia la Isla, de modo de evitar que el virus se siguiera “importando” en los pulmones y las exhalaciones de los turistas.

También cerraron, virtualmente, los establecimientos que ofertan servicios ante la imposibilidad de mantener la distancia establecida de dos metros entre una y otra mesa, y el temor al contagio de los clientes potenciales. Pasaron cerrojos los gimnasios, las piscinas, los salones de belleza…

A Anabel, una arrendataria del Vedado, no le bastaba con desinfectar con cloro todo el inmueble cada vez que un huésped extranjero se iba. De modo que pudo más el temor al virus, y puso candado a la vivienda aún antes de que las autoridades decretaran el llamado cierre de fronteras.

Otros como Isabel, pintora y todavía joven, quien vendía sus cuadros cada sábado en el Paseo del Prado, han acudido a la asistencia social, que tiene previstas ayudas temporales para quienes, como ella, son el sustento del hogar que conforma con su madre anciana, además de que se las ha liberado de pagar impuestos, pues están «parados».

Pero antes debe visitarla el trabajador social (figura surgida cuando la llamada Revolución Energética emprendida por Fidel a principios de los años 2,000), quien debe valorar in situ, antes que se conceda el auxilio, cada caso.

Así están casi todos los más de 600 mil cubanos que abrazaron el trabajo por cuenta propia cuando el Estado le dio vía libre y legalizó esa forma de labor en 2011, salvo quienes se las ingenian para seguir trabajando.

Ahí se incluyen los restaurantes que cocinan para llevar, lo cual está permitido en las normas higiénicas establecidas o, como el Havana Mediterráneo -uno de los pocos en el país acogido a la máxima ecologista “de la granja a la mesa”-, tienen vínculos con una granja.

Los plátanos, las acelgas y los quesos de la finca Vista Hermosa, que antes servían para confeccionar el menú del restaurante, son vendidos mediante pedido previo a los antiguos comensales, quienes son avisados de la oferta por medio de la red Whatsap.

Otros también se las ingenian. Yoel, estilista, acudió al pedido de esta reportera cuando le preguntó si había manera de darse un corte de cabello.

Es la única persona que ha entrado a mi casa desde que se dictó la cuarentena, y lo hizo desinfección de zapatos y manos mediante, y con nariz y boca cubiertas.

Vacas flacas para todos

Sin embargo, no son los trabajadores privados los únicos que han visto disminuida la cajita de guardar el dinero. Los empleados del Estado que no pueden trabajar a distancia ni mediante el método de teletrabajo, y tampoco son imprescindibles, cobrarán tres meses a partir de marzo si antes que concluya el plazo no han sido reubicados en otras labores.

Cien por ciento del salario el primer mes, y 60 por ciento en los otros, les otorgan un respiro para ir buscando, pues se supone que hay nuevas tareas en el radio de su vivienda. Buscar esas fuentes de empleo es labor de los municipios.

Con todo, el golpe peor será para la economía nacional, lacerada ya por las medidas punitivas de Estados Unidos que no solo erigieron altos paredones ante los turistas, intentan cortar el suministro de todo el petróleo a Cuba y hasta impiden la llegada de medicinas y útiles sanitarios en medio de la pandemia.

Con esas contingencias encima y antes que llegara el Covid-19, la previsión, modesta, era un crecimiento del PIB de un punto porcentual (1 por ciento) en este año, según los pronósticos de diciembre pasado, durante la legislatura correspondiente del Parlamento.

Pero incluso ese estimado pudiera ir por tierra, con el turismo -la segunda fuente de ingresos- detenido, y paradas también las producciones no priorizadas, que son todas las que no tengan que ver con la producción de alimentos y la agricultura, y las inversiones consideradas estratégicas y de continuidad.

Entre las últimas se incluye la producción de acero y de cemento, indispensables para áreas consideradas vitales por el ministro de Economía, Alejandro Gil, durante análisis dados a conocer el mes pasado. El propósito, explicó entonces, es mantener al país en las mejores condiciones posibles para entrar en el periodo de recuperación. Y, desde luego, asegurar la alimentación de la ciudadanía.

Pero los problemas de la Isla en tal sentido no constituyen novedad. Incluso, el hecho de que la economía nacional sea planificada y el Estado posea la posibilidad de redireccionar los recursos existentes y los presupuestos hacia donde hagan más falta, resulta un alivio en medio de una debacle económica global.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) alertó hace unos días que la economía regional decrecerá un cinco por ciento este 2020, en lo que será la peor caída de su historia.

El descenso estará reforzado por la desaceleración de las economías grandes, razón por la cual, las remesas, vitales para muchos de nuestros países, caerán también ¡y en un 20 por ciento! en relación con 2019, dijo el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Caerán las inversiones directas en más de un 35 por ciento y, por supuesto, el comercio, que ya está de bruces.

Según el FMI, la contracción del PIB mundial será de un 3 por ciento, lo que se considera peor que el derrumbe económico de 2008-2009…

La jugada está apretada, solemos decir en Cuba. ¡Pero hay que jugar!

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