Por Marina MenéndezFotos: Lisbet Goenaga y Archivo(Especial para POR ESTO!)
LA HABANA, Cuba.- Garantizar la alimentación con lo que se produzca en nuestros campos, y alistar el andamiaje en torno a los principales rubros exportables para cuando el mundo venza el contagio: esas son las metas inmediatas de la economía cubana, en medio de lo que puede considerarse la peor pandemia que haya sufrido la humanidad en muchas décadas.
La caída constatada en el comercio mundial y, peor aún, la desaceleración récord que registrará el planeta al fin de este difícil 2020, atenazará la economía de todos pero será especialmente desafiante para Cuba, una nación que hasta la irrupción de la enfermedad no había logrado tensar sus fuerzas productivas en la magnitud en que se lo proponía, y que sigue padeciendo ahora las duras restricciones impuestas por el bloqueo de Estados Unidos: esas medidas punitivas dificultan hasta la adquisición de combustible.
A ese panorama se suma el cierre total, en todas partes, de uno de los principales rubros exportables en materia de producción de servicios: está en cero el turismo, sector llamado a seguir jalonando la economía cubana este 2020, cuando se esperaba cierta recuperación del golpe asestado por las sanciones estadounidenses del año pasado. La Isla confiaba recibir unos 4 500,000 visitantes en 2020: casi medio millar más que el año anterior, pero todavía 500,000 menos de lo que se proponía en propio 2019.
La realidad ha sido distinta, empujada por esa caída mundial del PIB que se estima en -3 por ciento, y que obliga a un inevitable reacomodo de los planes económicos que en menos de diez días ha sido analizado dos veces por el Consejo de Ministros, en citas encabezadas por el presidente Miguel Díaz-Canel y por el primer ministro, Manuel Marrero.
“Una economía con cero turismo y arrecio del bloqueo, no puede seguir trabajando normalmente…”, ha apuntado Alejandro Gil, titular de Economía y viceprimer ministro.
Por eso ha sido necesario ajustar los planes económicos y presupuestarios. Ello es algo esencial en Cuba, además, porque el Estado sigue centralizando la dirección de los esfuerzos y planifica.
Aunque potenciar la producción nacional de alimentos ya era una prioridad trazada en el plan que aprobó el Parlamento en diciembre pasado, ahora esa tarea ocupa primerísimo lugar y deberá prescindir, obligada por las circunstancias, de las importaciones que se preveían.
Nada se espera de lo que pueda comprarse fuera pues el comercio internacional constituye todavía un enorme signo de interrogación. Sin embargo, no se ha detenido el plan inversionista, que pondrá énfasis precisamente en la producción alimentaria, en la medida que se tengan recursos y se pueda.
Dichos presupuestos fueron ratificados durante la extraordinaria, reportada este sábado, y durante la cual Díaz-Canel dijo que “Cuba se enfrasca en salvar vidas y en trazar una estrategia que estimule las soluciones que necesitamos para impactar en el desarrollo económico y social del país”.
Ante la crisis global, calificada por el Presidente como “un reto y un desafío inédito”, Cuba se prepara, no solo para afrontar ese escenario sino para seguir transformando su modelo económico y social, aseguró.
En la cita se aprobaron las indicaciones para la elaboración de esa estrategia económica que se implementará en la etapa de recuperación post COVID-19 y en función de fortalecer la economía.
Según Gil, paralelamente, se alista el Plan de la Economía para el año que viene.
Asignatura pendiente
Los esfuerzos en pos de la soberanía alimentaria se convierten hoy en asunto de sobrevivencia, y deberán con la producción de medicamentos y de productos de aseo. Como ha alertado Alejandro Gil, solo tendremos garantizado lo que seamos capaces de producir.
No se detiene el trabajo en áreas de renglones exportables tales como los que ofrece la biotecnología, y en rubros que tradicionalmente gozan de buenos mercados como el tabaco, el ron y el carbón vegetal, esferas donde, en medio de la parálisis provocada por la necesidad de detener el contagio, se ha dispuesto seguir creando reservas para cuando el mercado mundial se estabilice.
El propósito es “dar una respuesta organizada, sin improvisaciones, a los efectos que la pandemia generada por la Covid-19 tendrá en el desarrollo inmediato de Cuba”. Se está pensando en hoy, pero también en mañana.
Una treintena de premisas presiden esos planes, entre las que se destacan las medidas dirigidas al sector agropecuario, tales como destinar hacia allá recursos materiales y financieros en divisas, preferencialmente, con vista a las producciones de arroz, plátano, frijol, maíz, boniato, huevos, carne de cerdo y ganado menor.
También es un propósito el desarrollo de la acuicultura y la producción nacional de alimento animal, después de mucho tiempo importando el pienso que engorda a nuestros cerdos.
Pero tales derroteros deberán buscarse por caminos que no sean los trillados, alertó Díaz-Canel hace unos días, cuando se pronunció por fórmulas ya aprobadas y no puestas en marcha que podrían ayudarnos a salir adelante.
Su llamado a la creatividad, que mucho tiene que ver con la exhortación reiterada a resistir mientras se crea, pone el dedo también sobre la llaga dejada por exhortaciones y planes reiterados en la esfera agropecuaria hasta el cansancio, sin que acabe de cuajar la productividad en nuestros campos como se debiera.
Es ese el justo caso de la agricultura, a pesar de los esfuerzos por dinamizar las fuerzas productivas de un sector donde los campesinos privados producen más del 80 por ciento de las cosechas.
La entrega de tierras en usufructo (más de un millón de hectáreas), y las facilidades de comercialización otorgadas a los productores y acopiadores, tampoco han resuelto el cupo de cosechas que debe obtener la nación, país cuyas tierras fértiles alcanzan apenas el 25 por ciento del total de los suelos agrícolas, y de las cuales solo el siete por ciento está bajo riego.
Atender las demandas de la población y dar cobertura a las entregas planificadas a la industria alimentaria constituyen, en este momento, las tareas nada sencillas que tienen ante los casi un millón de trabajadores que integran el sistema agropecuario cubano, al tiempo que mantienen la mira en los rubros exportables.
Cuba busca autosustentarse, y lo hace con la mira puesta en la forma más rápida de recuperarse.