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Pedro Díaz Arcia

Apuntes sobre aspectos poco conocidos del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba e Irán.

La pregunta la hizo personalmente el ayatola Ruhollah Jomeini, líder de la Revolución Islámica que el 11 de febrero de 1979 había derrocado a su Majestad Imperial, Mohammad Reza Pahlevi, el último Sha de la dinastía Pahlaví, poniendo fin a 2,500 años ininterrumpidos de monarquía.

Era el día 7 de agosto de ese año, cuando sin zapatos y sentados en el piso, como era la costumbre, durante una reunión con el guía espiritual de millones de musulmanes en el mundo irrumpió la interrogante en medio de una histórica entrevista.

En un sitio bien resguardado de la ciudad sagrada de Qom, que algunos denominan el “Vaticano chiita”, Jomeini recibió a una delegación de Cuba, integrada por Antonio Esquivel Yedra, Vicepresidente del Consejo de Ministros de Cuba y por el autor de estos apuntes.

Nuestra misión tenía dos objetivos: entregar a Jomeini la carta del Presidente Fidel Castro, invitándolo a participar en la VI Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, que tendría lugar en La Habana a principios de septiembre.

El otro, estaba referido a la solicitud de Irán de ingresar al Movimiento precisamente en esa reunión; cuando no existían relaciones diplomáticas entre ambos países, rotas al triunfo de la Revolución Cubana.

La posición de nuestro Gobierno era proceder a restablecerlas, siempre que no existieran dificultades por parte de Irán, que vivía un proceso revolucionario emergente. En mi maletín llevaba un Poder Especial que autorizaba suscribir el restablecimiento protocolar; así como toda la documentación necesaria.

La primera reunión fue con el canciller Muhammad Yazdi, a quien comunicamos los propósitos de nuestra presencia. Nos reunimos también con el Primer Ministro, Mehdi Bazargan; sostuvimos una entrevista privada, en su casa, con el Imam Mahmoud Taleghani, habíamos estado en su plegaria del viernes. Pero todo quedaba sujeto a la decisión del Líder Supremo.

Finalmente, el Canciller nos informó que seríamos recibidos por Jomeini. Partimos en helicóptero hacia la ciudad santa de Qom, donde nos esperaban los guardianes de la Revolución Islámica para conducirnos al encuentro: un edificio que no se distinguía de cualquier otro; rodeado de un silencio de capilla.

Entramos a un pequeño local, sin cuadros ni adornos y nos sentamos en un piso cubierto de plaqué. Minutos después ingresó Jomeini y se sentó frente a nosotros.

Yazdi hizo una introducción en la que explicó la agenda cumplida hasta ese día y los propósitos de nuestra presencia.

Jomeini escuchaba en silencio. Incluso, al día siguiente de la reunión con Taleghani, se publicó que la diferencia entre los revolucionarios cubanos y los iraníes era que nosotros no creíamos en Alá.

Después, Esquivel trasladó las felicitaciones y entregó el mensaje del Presidente cubano; y recalcó los fines de la delegación, agradeciéndole el honor y defer="true"encia por recibirnos. Por su parte, Jomeini destacó el gesto de Fidel Castro y expresó también su solidaridad con Cuba, de la que tenía una amplia información. Luego se refirió a la situación internacional imperante.

A continuación hizo varias preguntas:

–¿Ustedes están por la lucha de los pueblos contra la dominación colonial, neocolonial y antiimperialista?

–¡Sí! –fue la respuesta.

–¿Ustedes son marxistas o marxistas leninistas?

–¡Somos marxistas leninistas!

–Pero ustedes son marxistas leninistas consecuentes –dijo.

Jomeini concluyó reafirmando principios que nos eran comunes y advertencias sobre los “imperialismos”. Fue en todo momento cordial, amistoso y solidario. Finalmente, nos despedimos.

Yazdi se reunió a solas con el ayatola. Al rato se nos unió e iniciamos el regreso. Una vez sobrevolando el cielo desértico que separa a Qom de Teherán, dijo emocionado: “¡Bueno, ya tenemos relaciones diplomáticas con Cuba!”.

Fue algo sorpresivo. Las mutuas felicitaciones saturaron el clima.

Al día siguiente, le planteamos oficializar las relaciones. Nos dijo sonriente que era innecesario cuando Fidel y Jomeini estaban de acuerdo, así se informó a La Habana. Ese día, 8 de agosto de 1979, Cuba e Irán dieron a conocer de forma simultánea, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas.

Apenas tres meses después, el 4 de noviembre, estudiantes universitarios tomaron la Embajada de Estados Unidos que provocó, dos días después, la renuncia del Primer Ministro y de todo el gabinete; la ocupación duraría 444 días, contribuyendo a que Jimmy Carter (1977-1981) no siguiera en la Casa Blanca.

Cuando la situación permitió la designación de un Embajador para representar a nuestro país ante el Gobierno de Irán; las relaciones oficialmente no estaban firmadas.

Un caso curioso, propio de los procesos revolucionarios.

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