Pelayo Terry Cuervo
Los números, a veces, pueden enmascararnos la realidad y no brindarnos toda la verdad, y lo digo porque si nos guiamos ahora mismo por los guarismos relacionados con la pandemia del COVID-19 en Cuba, pudiera pensarse que la enfermedad ha sido casi vencida y que sólo en pocos días podría cantarse victoria.
Pero realmente las cifras están indicando una tendencia, sólo eso.
En los últimos días, no puede negarse, se aprecia una reducción considerable de la cantidad de casos positivos, de los fallecidos y crecen exponencialmente los pacientes que reciben el alta médica y marchan a sus hogares a continuar en vigilancia por otros 14 días.
Por ejemplo, en la jornada de este martes se reportaron 16 nuevos casos con la enfermedad, ningún deceso y sólo 170 pacientes ingresados diagnosticados, el 97.6 por ciento de los cuales tiene evolución clínica estable. Esta es la cifra más baja de personas en hospitales desde que, de manera masiva, comenzó la extensión del virus por todo el archipiélago.
Sin embargo, ni con esa clara tendencia a la disminución, las autoridades cubanas han querido arriesgar nada y volvieron a reiterar que se mantendrán las medidas aplicadas.
El llamado ha sido a seguir persuadiendo a la población para que no se genere un estado de exceso de confianza y se continúen aplicando las medidas, entre las que el aislamiento social y el uso de mascarillas son de máxima importancia.
Otra señal de que no hay cambio en la estrategia y sí un afianzamiento de lo ya aplicado, es que se mantiene la suspensión del transporte público e interprovincial, los grandes centros comerciales cerrados hace más de un mes no han vuelto a abrir sus puertas y se buscan alternativas a nivel de barrios para la distribución de alimentos, que evite las grandes aglomeraciones, habituales en los comercios, y con ello la posibilidad de nuevos contagios.
A eso se añade que las escuelas y universidades no volverán a recibir alumnos hasta nuevo aviso. Presumiblemente el curso se reiniciaría en septiembre, con ocho semanas para recuperar los meses sin clases y seguidamente la continuidad del nuevo período lectivo.
Las fronteras del país permanecen cerradas, la actividad turística continúa detenida, los pocos vuelos que ingresan son coordinados para el retorno de casos humanitarios y las restricciones de movimiento alcanzaron, incluso, el balneario turístico de Varadero, el más importante del país, adonde desde esta semana no puede entrarse si no es con una autorización.
En la conferencia de prensa del martes, el doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología, reflexionó sobre la necesidad de no abandonar nada de lo aplicado.
Todavía el país se mantiene en la etapa declarada, no puede disminuirse ni un milímetro cada acción aprobada y deben reforzarse todas medidas, porque pueden surgir nuevos casos ante cualquier descuido.
El virus está circulando y por ello todavía se dan eventos de transmisión colectiva, como el sucedido hace unas pocas jornadas en una tienda de La Habana, donde se contagiaron varios trabajadores y clientes, lo que obligó a extremar medidas de contingencia en la zona.
Al unísono, el Ministerio de Salud Pública solicitó a la ciudadanía extremar los cuidados, sobre todo ahora con las lluvias, que han sido intensas en las últimas horas en el Occidente y centro del país, con el propósito de evitar la proliferación del mosquito Aedes aegypti y con ello una complicación de la situación epidemiológica en la nación.
El panorama es halagüeño, pero todavía es demasiado pronto para decretar su fin. Expertos aseguran que la enfermedad se convertirá en endémica y por lo tanto tendremos que aprender a convivir con ella. A no arriesgar nada han llamado las autoridades, lo cual parece lo más prudente para dar el golpe final y poder iniciar el camino a la recuperación.