Gustavo RobreñoMi Columna en POR ESTO!
Resulta una verdad generalizada y aceptada por los más prestigiosos investigadores e historiadores de las diferentes escuelas de pensamiento, que “la historia puede ser escrita, pero no reescrita”, lo cual no significa que no puede haber sobre ella distintas interpretaciones, según las escuelas y puntos de vista de diversos signos.
No pueden, sin embargo, alterarse de manera burda e interesada los acontecimientos históricos, los hechos que objetivamente sucedieron y en los que participaron cientos o hasta millones de seres humanos como actores o testigos de lo sucedido.
En los últimos tiempos no han faltado los escritorzuelos al servicio de la maquinaria de propaganda imperialista, estimulados ahora por la Administración Trump, que intentan tergiversar los hechos relacionados con la Segunda Guerra Mundial, ocultándolos o falseándolos según se trate.
De esa manera intentan confundir a la opinión pública mundial, a algunos estudiosos de la historia y en particular a las nuevas generaciones acerca del papel fundamental y decisivo jugado por la Unión Soviética, su Ejército Rojo y todos los pueblos que entonces formaban aquel país, en la derrota del nazi fascismo hitleriano.
Estos días conmemorativos del Aniversario 75 de aquella hazaña irrepetible, cuando la bandera roja de la hoz y el martillo ondeó victoriosa sobre el Reichstag, son una excelente ocasión para recordarla y rendir homenaje a los 20 millones de hijos del pueblo soviético que ofrendaron sus vidas no sólo por la defensa de la Patria agredida, entonces socialista, sino también por la salvación de la humanidad toda.
No olvidemos que, en definitiva, el fascismo es también un fruto podrido del capitalismo y del imperialismo y un triunfo de la Alemania hitleriana podía haber conducido a una gran alianza a nivel mundial entre todos los explotadores, opresores y saqueadores.
El sistema colonial del imperialismo, lejos de haberse derrumbado, se hubiera afianzado y prolongado su existencia nefasta. Eso lo saben bien los pueblos africanos y asiáticos cuya independencia pudo ser lograda en medio de la coyuntura internacional abierta por la derrota del nazi fascismo, pero también por el debilitamiento de las potencias coloniales.
La presencia de la Unión Soviética dentro de la llamada “coalición antifascista” y su decisivo papel en los campos de batalla fue contribución fundamental para que después de la contienda hubiera un inevitable cambio en el orden mundial, que hasta entonces detentaban la vieja Europa y Estados Unidos.
Las tergiversaciones y falsedades acerca de los orígenes, desarrollo y culminación de la Segunda Guerra Mundial se han convertido también en un instrumento de los círculos imperialistas, dentro de la batalla de ideas que hoy se libra a escala internacional.
Para rebatirlas y poner las cosas en su lugar es necesario salirle al paso a esos intentos deshonestos y políticamente interesados por reescribir la historia.