En un mercado del sur de Afganistán, los vendedores sonríen al lado de sus sacos de opio. Mientras el país se hunde en la miseria, el precio de su droga más famosa se disparó tras el retorno de los talibanes al poder.
Sentado con su túnica encima de una lona llena de polvo, Amanullah (seudónimo) perfora con su cuchillo un gran saco plástico donde hay cuatro kilos de un barro marrón. De su interior, saca una bolita que pone en un bol y la calienta.
La resina de la amapola empieza a hervir y se vuelve líquida pero compacta. Se trata de un opio puro que no ha sido modificado con aditivos químicos para aumentar su peso.
Su compañero Mohamad Masom sonríe ya que podrán venderlo por un elevado precio en este mercado al aire libre de Howz-e-Madad, sur de Afganistán, donde se comercializa una ínfima parte de la vasta producción de opio en ese país, el principal productor en el mundo.
Tras el retorno al poder de los talibanes a mediados de agosto, el precio del opio, que se transforma en heroína en este mismo país o en los vecinos Pakistán e Irán para luego llegar al mercado europeo, se triplicó.
En este mercado, el kilo de este producto cuesta ahora 17.500 rupias pakistaníes, unos 100 dólares, explica Mohamad, bajo la lona que protege su tienda del sol en medio de una llanura árida.
A pocos kilómetros de este mercado, también en la provincia de Kandahar, Zekria (seudónimo) confirma la subida espectacular de los precios.
Este agricultor vende su opio, de mejor cualidad que el de Mohamad, por más de 25.000 rupias, unos 150 dólares, mientras que en agosto lo hacía por 7.500 rupias.
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aarl