El día de ayer, la empresa Colonial Pipepline, la cual tiene a su cargo el control de uno de los oleoductos más importantes de Estados Unidos, sufrió un ataque cibernético, lo cual obligó a detener todas las operaciones.
En un comunicado de prensa, la compañía determinó que había sido víctima de un ataque de tipo ransomware, es decir, los piratas informáticos tomaron el control de los sistemas cibernéticos para pedir un rescate por su liberación.
La empresa también informó que contrató los servicios de una forma tecnológica para realizar una investigación al respecto, además de que se ha avisado a las autoridades competentes para tratar el caso a profundidad.
A pesar de la importancia de este oleoducto, Colonial Pipeline todavía no tiene el control de la situación, aunque espera poder reestablecer sus servicios lo más pronto posible para evitar mayores afectaciones.
En caso de que el hackeo dure más tiempo, existe el riesgo de que el petróleo que transportan y varios de sus derivados aumenten de precio en la región, debido a la escasez de este insumo, básico para la economía.
Si bien estos ataques son comunes, no lo son tanto en instalaciones estratégicas y menos de este tipo, las cuales cuentan con fuerte vigilancia debido a su importancia estratégica para Estados Unidos.
La Agencia de Infraestructura y Ciberseguridad de Estados Unidos (CISA) ya se encuentra al tanto de la situación, por lo que ya se encuentra trabajando con Colonial Pipeline para tratar el hackeo.
Este caso del oleoducto es uno de los tantos ejemplos que existen de la llamada “guerra cibernética”, un nuevo tipo de enfrentamiento bélico surgido en la era de la información que puede tener efectos igual de devastadores que un enfrentamiento convencional.
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JMCG