La crisis de fe ha generado en toda Europa ha generado una falta de fieles en las iglesias, lo que ha derivado en que estos templos se conviertan en bibliotecas, hoteles, restaurantes y bares.
Lo que antes fue un refugio para pecadores ahora se ha vuelto el lugar favorito para parroquianos que buscan una manera de escapar de la rutina, pasar un tiempo a solas o comer algo. Las otrora estructuras sagradas se están reutilizando con actividades no religiosas para potenciar su uso, desde tiendas de ropa y paredes de escalada hasta clubes nocturnos.
Esto ha comenzado a ocurrir con mayor frecuencia en países como Alemania, Italia y sobretodo en Bélgica, donde se encuentran algunas de las mejores catedrales del continente y las mejores obras de arte para llenarlas. En la ciudad de Flandes, hay una cervecería, un hotel en una iglesia, un centro cultural, una biblioteca en una iglesia.
Un histórico proyecto de reutilización en Bélgica fue el hotel Martin's Patershof en Malinas, donde se reconstruyó el interior de la iglesia para crear habitaciones donde las camas tienen cabeceras que se asemejan a los tubos de un órgano y donde hay un comedor para desayunos junto al altar donde se ciernen obleas de pan de oro sobre las cabezas de los comensales.
Aunque los creyentes católicos estén en declive, en la sociedad sigue presente un sentido de lo sacro o una necesidad de reflexión, ya sea que uno sea religioso, agnóstico o ateo. Y el aura de tranquilidad que emana de un templo es difícil de igualar.
Incluso en el hotel Martin's Patershof existe la condición de que la iglesia pueda reclamar el edificio si lo vuelve a necesitar, admite la gerente De Preter. Los elementos del hotel fueron construidos sobre vigas de acero y podían ser desmontados totalmente y retirados de nuevo. "Si la iglesia, en cierto punto, quiere recuperar el edificio, algo que es muy poco probable, es posible".
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AA