Como parte de su Viaje Apostólico a Marsella con motivo de los Encuentros del Mediterráneo, el Papa Francisco asistió al Memorial de los marineros y migrantes, donde dijo que es un deber de humanidad, de civilización, socorrer a las personas que corren el riesgo de ahogarse en el mar.
“No debemos acostumbrarnos a considerar los naufragios como noticias ni a los muertos como cifras: ellos son rostros e historias, vidas rotas y sueños destrozados”, subrayó.
Es un deber de humanidad, de civilización, socorrer a las personas que corren el riesgo de ahogarse en el mar.
“No podemos resignarnos a ver seres humanos tratados como mercancía de cambio, aprisionados y torturados de manera atroz; ni seguir presenciando los dramas de los naufragios, provocados por contrabandos repugnantes y por el fanatismo de la indiferencia”, señaló el Sumo Pontífice.
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Ya desde el avión, previo a llegar a Marsella, el líder de la iglesia católica, había señalado que abordaría el drama de la migración, incluyen a los migrantes latinoamericanos, lamentando “la terrible falta de humanidad” que se está viviendo en la isla italiana de Lampedusa, donde en estos días siguen llegando miles de africanos.
En Marsella, junto al Mediterráneo, el pontífice pidió dejarse “conmover” por la tragedia de “demasiadas personas”, que “huyendo de los conflictos, la pobreza y las catástrofes naturales,” encuentran entre las olas de este mar el rechazo definitivo a su búsqueda de un futuro mejor.
Este mar, dijo el Papa“se ha convertido en un enorme cementerio”, donde muchos se ven privados “incluso del derecho de tener una sepultura”, mientras que “la única a ser sepultada, es la dignidad humana”.
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