Este sábado las fuerzas militares de Estados Unidos lanzaron un nuevo bombardeo contra una base militar de los rebeldes hutíes de Yemen, específicamente en la ciudad portuaria de Al Hudeida.
Por segundo día consecutivo, Estados Unidos atacó posiciones de los insurgentes en respuesta a sus ataques en el Mar Rojo, informaron medios locales.
Este bombardeo estadounidense se produjo después de que los insurgentes lanzaran un misil dirigido contra el sur del Mar Rojo, donde los rebeldes han realizado decenas de ataques desde mediados de noviembre contra navíos mercantes, causando estragos en el tráfico marítimo.
"El lugar desde el que se lanzó un cohete hutí en las afueras de Al Hudeida fue alcanzado", señaló una fuente militar vinculada a los rebeldes.
Hasta el momento, ni los hutíes ni EE.UU. han hecho pronunciamientos sobre estos bombardeos y se desconoce el alcance de este ataque contra Al Hudeida, una de las principales bases de lanzamiento de drones y misiles de los insurgentes.
Cabe señalar que en esta ciudad portuaria, junto con una base cercana al aeropuerto de la capital, Saná, fueron objeto de un bombardeo estadounidense previo, que tuvo lugar esta madrugada.
Líder hutí advierte que estos ataques tendrán consecuencias
El más reciente ataque estadounidense se lanzó desde el destructor naval estadounidense USS Carney a las 3.45 de la madrugada de este sábado y se utilizaron misiles de ataque terrestre Tomahawk, según el Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM).
De acuerdo con Washington, fue "una acción de seguimiento contra un objetivo militar específico" asociado con los bombardeos estadounidenses y británicos del viernes, diseñados para degradar la capacidad de los hutíes para atacar buques.
El subdirector de comunicaciones de los hutíes Nasreddin Amer, aseguró a la cadena qatarí Al Jazeera que en estos ataques "No hubo pérdidas materiales ni humanas tras el ataque”.
Y advirtió que "Todos los estadounidenses sufrirán las consecuencias de esta agresión. La respuesta no tardará en llegar”, añadió.
La primera operación militar a gran escala, realizada por EE.UU. y el Reino Unido, tuvo como objetivo 28 enclaves de los insurgentes, según el CENTCOM, y causó cinco bajas entre las filas de los hutíes, de acuerdo con los propios rebeldes.
Tras esos ataques, los hutíes organizaron el viernes una manifestación masiva contra ambos países, a los que declararon una "guerra abierta".
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