Un caso de abandono infantil ha conmocionado a la opinión pública francesa esta semana, al conocerse que un niño de 11 años vivió solo durante dos años en un apartamento de Nersac, una pequeña localidad del centro del país.
El niño, cuya identidad no ha sido revelada por razones de protección, sobrevivió como pudo, comiendo comida fría que a veces robaba o que le daban los vecinos del bloque de viviendas sociales en el que residía.
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Los servicios sociales y la escuela no detectaron nada porque el niño era un buen estudiante que cumplía sus tareas y acudía correctamente vestido al centro.
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Sin embargo, fueron algunos vecinos los que finalmente dieron la voz de alerta, al sospechar que el niño vivía solo y que su madre no aparecía por el domicilio. La policía acudió al lugar y encontró al menor en condiciones deplorables, sin muebles ni ropa adecuada, y con el frigorífico vacío.
La madre, de 39 años, fue detenida y juzgada por un tribunal de Angulema, que la condenó a seis meses de vigilancia electrónica, tras considerar demostrado el abandono. Según su versión, ella se había ido a vivir con una amiga tras el divorcio de su marido, y dejó al niño al cuidado de una tía que supuestamente lo visitaba regularmente. Sin embargo, esta versión fue desmentida por los testigos y la fiscalía, que mostró que en el apartamento no había evidencias de vida adulta.
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HS