Lilia ArellanoEstado de los ESTADOS
Tanto los optimistas como los pesimistas contribuyen a la sociedad. El optimista inventa el avión y el pesimista, el paracaídas.George Bernard Shaw
Durante las últimas horas se han escrito páginas negras de la historia del narcotráfico en México y sus nexos con el poder político, incluso el presidencial. Planas oscuras se redactaron el domingo pasado al reportarse la muerte, por un infarto, de Héctor Beltrán Leyva, “el H”, último de la hegemonía de ese cartel. El deceso del capo, preso en el penal de máxima seguridad de El Altiplano, ocurrió en un hospital de Toluca. Y el lunes, la trama se enriquece con las declaraciones de Jesús Zambada, “el Rey”, hermano del Mayo –señalado como el máximo jefe real del Cartel de Sinaloa– en el juicio en Nueva York a Joaquín “el Chapo” Guzmán, donde relató que en 2005 se urdió un plan para asesinar a José Luis Vasconcelos, quien era titular de la Siedo, evento no llevado a cabo según sus expresiones porque “habría muchos inocentes muertos”.
Estos hechos llevan a recordar y replantear las causas de los “accidentes” o presuntas ejecuciones de destacados políticos mexicanos en los últimos años. Se inició contra el nombrado Santiago Vasconcelos en el “avionazo” del 4 de noviembre de 2008, donde falleció también Juan Camilo Mouriño, quien fungía como secretario de Gobernación en el mandato de Felipe Calderón. El desplome sucedió cuando volvía a la Ciudad de México al término de gira por San Luis Potosí. Mucho se especuló sobre los grupos interesados en la muerte de ambos personajes relacionados de una y otra forma con el narco.
Los accidentes en aeronaves comenzaron a cobrar relevancia luego del desplome en el cual perdió la vida Carlos Alberto Madrazo, quien fue presidente nacional del PRI de 1954 a 1965 y padre del excandidato presidencial de ese instituto político en 2006, Roberto Madrazo Pintado. El exgobernador de Tabasco, con su esposa, abordó un avión en Monterrey, Nuevo León, el 4 de junio de 1969, el cual se estrelló contra el cerro de Tres Picos de la Serranía del Fraile. Se centró la atención sobre los grupos de poder político y económico a quienes les interesaba que desapareciera del mapa el exmandatario tabasqueño.
En el mandato del primer presidente panista, Vicente Fox, Ramón Martín Huerta, secretario de Seguridad Pública, viajaba en un helicóptero tipo Bell 412-EP matrícula XC-PFI, el cual fue reportado como desaparecido a las 11 horas del 21 de septiembre de 2005, cuando se dirigían al penal de La Palma, pero se estrellaron cerca del poblado de San Miguel Mimiapan, en la zona montañosa del municipio de Xonacatán. El funcionario regresaba del evento de abanderamiento de nuevos custodios del penal La Palma. Lo acompañaban el comisionado de la PFP, general Tomás Valencia Ángeles; el oficial mayor, Francisco Becerra; el director general de Comunicación Social, Juan Antonio Martínez Ramírez, y el secretario técnico de la SSPF, Silvino Chávez Hernández.
El gobernador de Colima, el priista Gustavo Alberto Vázquez Montes y seis personas más, murieron al caer el jet en el cual viajaban el 25 de febrero del 2005. La aeronave, un Westwind 1124 propiedad del Gobierno del Estado, se desplomó en el poblado de Tzitzio, en Michoacán, mientras cubría la ruta Toluca-Colima. Vázquez Montes falleció apenas un año después de asumir la gubernatura de Colima, el 1 de enero del 2004.
También en la administración de Felipe Calderón, el 11 de noviembre de 2011, Francisco Blake Mora, secretario de Gobernación, viajaba en un helicóptero de la Ciudad de México a Cuernavaca, donde se reuniría con representantes del Poder Judicial. En ese “accidente”, también perdieron la vida Felipe Zamora, subsecretario de Gobernación; José Alfredo García Medina, director general de Comunicación Social; Diana Haiton Sánchez, secretaria técnica de la oficina del secretario, así como oficiales militares. La muerte de Blake Mora fue la segunda de un secretario de Gobernación y la tercera de un secretario federal por un accidente aéreo.
Ya en este sexenio agonizante de Enrique Peña Nieto, Juan Ignacio Torres Landa García, candidato a la gubernatura de Guanajuato en 2012, hijo del también exgobernador de Guanajuato, Juan Ignacio Torres Landa, viajaba en un helicóptero cerca de un campo de golf en San Luis Potosí, el 7 de junio de 2013. La aeronave se desplomó y fallecieron Juan Ignacio, Manuel Palacios Alcocer y José Oleszcovski Wasserteil. En septiembre de 2010, dos diputados federales murieron al desplomarse su avioneta en las inmediaciones del turístico puerto de Huatulco, en las costas del Pacífico del estado de Guerrero. Guillermo Zavaleta, diputado por Oaxaca, y Juan Huerta, por Guanajuato, miembros del equipo de campaña del entonces candidato a gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, fallecieron al estrellarse la avioneta en que viajaban, en las vísperas de las elecciones a la gubernatura del estado el 14 de junio de 2010. Identificaron a: Fernando Marchan, Oscar Esquivel, Jesús Garmendia, Mauri Magaña, Daniel Pacheco y Katy Rodríguez.
Ya sea que fueron accidentes o presuntos homicidios, los “avionazos” en los cuales murieron destacados políticos mexicanos no han sido investigados a fondo, porque las mismas autoridades decidieron mantener la versión del accidente, por los intereses políticos generados alrededor, o porque las investigaciones carecieron del rigor necesario para sostener la hipótesis de “ejecución planeada” por el Crimen Organizado, lo cual se revela hasta que un delator de los carteles confirma esa teoría, como en el caso del fiscal José Luis Santiago Vasconcelos.
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