La Unidad de Acción organizada, disciplinada y ejercida con dedicación, firmeza y convicción es lo que permitirá el desarrollo integral permanente de un México que convoca a sus mejores hijos a la práctica de un trabajo organizado, permanente y orientado hacia el bienestar social, dentro de cuyos marcos los problemas de unos sean los problemas de todos, o lo que es lo mismo, una marcha continua por la ruta del bienestar social.
Si hoy las Naciones Unidas advierten que México “es un almacén de desastres que irán en aumento”, NO se debe exclusivamente a un cambio climático cuya agudización se acentúa de manera inexorable, sino por la ausencia de ciudadanos responsables que traduzcan en vocación social la entrega individual a la colectividad.
La espiral de la violencia desde el poder público responde exclusivamente a la irresponsabilidad de quienes deberían traducir a la práctica de los hechos el principio rector del trabajo que debe manifiestarse con la práctica colectiva.
Nadie discute que la paz es fruto de la justicia y que la ruta de la tranquilidad se traduce cada vez con mayor dedicación a la entrega de los individuos a la aplicación de la justicia, que se entiende con la entrega de quienes más tienen hacia los que carecen de los recursos para satisfacer las necesidades más elementales.
En Culiacán hubiese sido fácil recurrir a un combate de exterminio sin cuartel, ajeno al más elemental respeto por las garantías individuales, pero NO se habría alcanzado la identificación que exige la preocupación por los problemas elementales por la sociedad en su conjunto.
La responsabilidad social depende del concepto que se tenga de la actitud que se manifieste ante el trabajo social.
La Unidad de Acción debe traducirse cuando los problemas de unos se convierten en problemas de todos y hay que entender que todo plan para alcanzar la paz y la tranquilidad social necesariamente tienen que incorporarse a la ruta de la generosidad del ser humano frente a quienes carecen de lo fundamental.
La espiral de la violencia desde el poder público se traduce en la negación de la posibilidad de la paz.