CIUDAD DE MEXICO, 17 de marzo (Vice/SinEmbargo).- ¿Qué se puede comprar en México con 102.68 pesos? ¿Cuánto cuestan y cuánto valen? ¿Cuánto tiempo real hay depositado detrás de ellos? Decía Henry D. Thoreau que el costo de algo es la cantidad de vida invertida para conseguirlo, en el acto o a largo plazo. Pero, ¿cua?nto vale una vida? Depende de la vida, claro…
En febrero de 2011 las promesas de Felipe Caldero?n ya oli?an a epitafio. El pai?s atravesaba uno de los periodos ma?s siniestros de una guerra que nacio? perdida y la tasa de desempleo segui?a a la alza. Pasado el cinismo derrochador de un Bicentenario sin nada que celebrar y con el nu?mero de asesinatos y desaparecidos rebalsado hasta lo grotesco, Caldero?n arranco? el penu?ltimo an?o de una administracio?n que di?a a di?a superaba los li?mites de su inoperancia.
El autonombrado “Presidente del empleo” no so?lo estaba lejos de crear el millo?n de puestos de trabajo anuales que prometio? durante su campan?a sino que, al te?rmino del sexenio, dejari?a casi ese mismo nu?mero de nuevos desocupados.
Fue en ese contexto que Ernesto Cordero, por entonces Secretario de Hacienda de un pai?s con ma?s de 50 millones de pobres, declaro? que “con ingresos de 6 mil pesos al mes hay familias mexicanas que tienen el cre?dito para una vivienda, que tienen el cre?dito para un coche, que se dan el tiempo de mandar a sus hijos a una escuela privada y esta?n pagando las colegiaturas”. Una frase tan desviada de la realidad so?lo puede constatar que entre el pueblo y sus gobernantes hay un nu?mero insondable de realidades.
Pero incluso esos 6 mil pesos al mes, tan limitados y limitantes como puedan parecer, esta?n lejos de la barrera del sueldo mi?nimo, aboral de ocho horas. A partir de enero de este año el mínimo es de 102.68.
Segu?n el Arti?culo 90 de la Ley del Trabajo publicada en 1970, “el salario mi?nimo debera? ser suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educacio?n obligatoria de los hijos”. Todo con 102.68 pesos al di?a.
De entre los pai?ses que conforman la Organizacio?n para la Cooperacio?n y el Desarrollo Econo?mico (OCDE), Me?xico registra el sueldo ma?s bajo por hora de trabajo (0.55 do?lares estadounidenses) y es el decimosexto que peor paga a nivel continental, so?lo superado por Nicaragua, Haiti?, Cuba y Venezuela.
Segu?n la glosa del marxismo primigenio, el culto al dinero es tan antiguo como la codicia. No es un si?ntoma de nuestro tiempo ni surgio? con el hundimiento del 29. Tampoco es un resquicio de la Revolucio?n Industrial. Mucho menos llego? a bordo de las embarcaciones de los colonos. Nacio? cuando el ser humano se topo? con otro de su misma especie y desde entonces es ley y templo del mundo. Au?n faltaban siglos para que la primera moneda fuera acun?ada y el dios dinero ya representaba la realidad en las sombras del deseo. No hay apo?statas sino grey cautiva.
Durante un reciente viaje por la Peni?nsula de Yucata?n, Francisco Go?mez se dio a la tarea de fotografiar y charlar con cuatro trabajadores que di?a a di?a pelean por sobrevivir en el li?mite del sueldo mi?nimo: Guadalupe de Atocha Ian Vallejos, Ernesto Alejandro Colli?, Antonio Arca?ngel y Jose? Alberto A?vila Ake. Algunos de ellos ni siquiera esta?n cerca de la mi?tica cifra y otros lo hacen desde la precarizacio?n: trabajan en negro durante largas jornadas, en horarios prohibitivos, sin seguridad social ni prestaciones.
Las fotografi?as de Francisco buscan retratarlos en su cotidianidad ma?s transparente, instalados en un sosiego insospechado justo en el medio de esa lucha feroz y constante porque la vida valga ma?s de lo que hay que ganar para vivirla.
José Alberto Ávila Ake
Jose? Alberto A?vila Ake vende tacos y tortas en el mercado Lucas de Ga?lvez en la ciudad de Me?rida, capital de Yucata?n. El local “La Ti?a” tiene 46 an?os funcionando como negocio familiar. Lo empezo? su mama?, y trabajan tambie?n sus dos hermanas y sobrinos.
Cada di?a, a las 4 de la tarde, empiezan a cocinar: sacan los primeros puercos del horno a las 2 de la mañana, y a las 3 de la mañana Jose? abre el puesto. Lo cierra alrededor del mediodi?a, cuando ya no queda que vender. Repite esta rutina los 365 di?as del an?o desde hace 16. Calcula que despachan alrededor de 320 kilos de carne semanales: unas 1800 tortas y 1800 tacos que se venden a 25 y 15 pesos respectivamente.
Antonio Arcángel
Antonio Arca?ngel tiene 26 an?os y lleva nueve trabajando en circos. Es el te?cnico de luces durante las funciones, aunque tambie?n se encarga de armar y desarmar las carpas y butacas, y algunas veces ha interpretado al payaso Palma Alegre. Actualmente trabaja en el Dubal, un circo que tiene 27 an?os recorriendo la peni?nsula de Yucata?n, queda?ndose alrededor de un mes en cada lugar.
Quince personas (en su mayori?a familiares) son los que lo hacen funcionar, y tiene un capacidad para 500 espectadores. Las ganancias diarias se reparten en partes iguales entre todos los que trabajan en la funcio?n; la entrada cuesta 30 pesos para nin?os y 50 pesos para adultos, y Antonio gana promedio 150 pesos al di?a, aunque en ocasiones ha llegado a recibir 400. Vive en la parte trasera de un camio?n y comparte habitacio?n con un payaso y un escapista.
Manuel
Guadalupe de Atocha Ian Vallejos pide que le llamen Manuel. Antes era pescador de pulpo y langosta pero el poco dinero que ganaba por las largas horas de trabajo lo llevo? a convertirse en lanchero de turistas dentro de la reserva de Ri?o Lagartos, de donde es originario.
Este trabajo lo aprendio? de su padrastro, que se dedicaba a lo mismo y cuando era nin?o lo llevaba a los viajes. Manuel nunca disfruto? salir en la lancha pero le ofrece mejores condiciones econo?micas.
Hace un an?o tiene su propia lancha y ahora “a sus 30” quiere formar una familia, para lo cual decidio? acudir y pagar un me?dico privado ya que el del seguro social le causo? problemas a su esposa por negligencia. Cobra mil 200 por tres horas de paseo y en promedio agarra una viaje por di?a, pero en permisos, seguros, mantenimiento y gasolina se le va la mayor parte, alrededor de 20 mil por mes.
Ernesto Alejandro Collí
Ernesto Alejandro Colli? tiene 30 an?os y lleva 8 vendiendo marquesitas, un antojito callejero ti?pico de Yucata?n, que tienen un costo de entre 30 y 35 pesos por pieza. Los fines de semana, Alejandro instala su puesto a la entrada de un cenote en espera de los turistas y alli? es donde mejor le va: gana entre 200 y 300 pesos diarios.
El resto de la semana vende en la plaza de Homu?n donde recauda entre 90 y 200 pesos por jornada. Soli?a dedicarse a criar y pelear gallos, pero desde que el gobierno lo prohibio? tuvo que buscar una alternativa. Las marquesitas le permiten descansar un di?a y tener sus propios horarios. De e?l dependen su esposa y su hijo.