San Rafael, Guerrero, 23 de enero (ElSur).- Los enfrentamientos entre el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y la Familia Michoacana (FM) por el control de Zirándaro, Guerrero, han provocado el desplazamiento de por lo menos mil 700 personas en los últimos dos meses; son pobladores que por miedo han abandonado sus pueblos y se han convertido en los rostros ocultos de una guerra a la que no pertenecen.
La gente sale sin pensarlo de sus pueblos, deja atrás todo lo que por años ha construido, los niños abandonan las escuelas y los hombres el campo. Los animales quedan solos, los pueblos se hacen fantasmas, nadie quiere regresar y por si fuera poco, las autoridades “sólo van a acompañarlos para que saquen sus cosas, pero no para enfrentar a los grupos que toman los pueblos”, juzga Gerzaín Ríos Contreras, comisario de San Rafael, uno de los últimos en ser abandonados.
A Gerzaín le mataron y decapitaron a su hermano durante la incursión de la Familia Michoacana la semana pasada a su pueblo, “se lo llevaron de ahí y lo dejaron muerto en La Calera (una comunidad que se encuentra a más de una hora de San Rafael y a 5 minutos de Zirándaro)”.
Menciona que los pobladores ya están enojados y ya no van a “confiar en nadie, vamos a bloquear carreteras y nos vamos a partir la madre con esos cabrones. Ya no confiamos en el Gobierno estatal, pedimos ayuda al (Gobierno) federal, pero ya no queremos protocolos de por medio. Tenemos cinco meses que pedimos ayuda al gobierno y no nos hace caso”.
Además exigió que el presidente Andrés Manuel López Obrador también visite sus comunidades como “le hizo (con la familia LeBarón) en Chihuahua, que no nos deje solos, porque nosotros votamos por él”.
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De San Rafael salieron 700 personas luego de los ataques de la Familia Michoacana el día martes 14 de enero por la tarde, hace un mes los pobladores denunciaron en varios medios de comunicación que los grupos armados los querían desplazar y se armaron para defender su pueblo, además pidieron al Gobierno estatal y federal que les mandara resguardo para que eso no pasara.
Este martes por segunda vez los pobladores y el alcalde de Zirándaro, Gregorio Portillo Mendoza, se dirigieron al medio día a las comunidades de La Piedra y Las Juntas que quedan camino a San Rafael, donde también los pobladores salieron por la llegada del grupo delincuencial.
Todas las casas de los tres pueblos se encontraban abiertas, los vidrios rotos, la ropa tirada, los refrigeradores saqueados y algunos animales muertos. Los comercios de San Rafael fueron destruidos, de las tiendas sólo se llevaron las cervezas y algunos alimentos.
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“Llegaron disparando, sólo se escuchó en la comunidad disparos, no nos dio tiempo de salir con nada y caminamos por los cerros desde las 6 de la tarde y llegamos a Guayameo a las 11 de la noche”, platica una desplazada mientras recoge algunas pertenencias.
En las calles del pueblo se observan cientos de cartuchos percutidos de AR-15 y AK-47. En una casa a las afueras del pueblo se camina encima de cientos de ellos “de ahí se disparó a una casa de enfrente, nadie dice quién vivía ahí, pero les quemaron todo” cuenta un policía del estado que acompañó a la caravana de al menos 20 camionetas con pobladores que recogieron lo que pudieron.
La casa que señala era techo de lámina, con paredes de ladrillo y sin puertas. Tenía cinco camas y una mesa con cinco sillas, todo quedó incendiado y de los habitantes nadie sabe nada, tampoco saben si el grupo armado se los llevó.
“El grupo se quedó hasta el lunes, estuvieron abriendo todas las casas, nosotros escuchamos los disparos pero como estábamos lejos de las casas nos quedamos solos, fue un infierno, ya no pudimos salir”, reseña una mujer que se quedó hasta ese día con su esposo en la comunidad.
La pareja de alrededor de 70 años de edad, señala que eran al menos cien hombres armados, estuvieron ahí hasta que “llegó el Gobierno, la verdad (los sicarios) no me dijeron nada, no nos hicieron nada, pero el miedo y el no saber qué hacer nos puso mal, se me entumió mi pierna y sentí que mi lengua se hacía nudo”, murmura llorando en la plaza central de Guayameo, donde en los últimos meses han llegado los desplazados de las comunidades de Los Alacranes, Sal Si puedes, Pueblo Viejo, Parajes, Guacamayas, La Barranca, La Piedra, Las Juntas del Manguito, El Poleo, El Guajolote y San Rafael.
La mayoría de los desplazados coincide en que de “nada sirve la presencia del Gobierno, los armados tienen punteros (halcones) y cuando los guachos ya van, ellos se pierden en los cerros, luego los guachos se van y ellos vuelven a salir, el Gobierno sabe lo que pasa, necesitamos que se queden o los combatan para estar en paz”, exclama un desplazado mientras echa gasolina a su camioneta para salir con sus cosas.
San Rafael queda a dos horas de distancia de Zirándaro, para llegar ahí se tiene que pasar Guayameo y subir más de 20 kilómetros de terracería que se convierten en una hora por las malas condiciones del camino. Durante el recorrido se observa a los ganaderos arreando sus animales para sacarlos y poder venderlos “para tener dinero por unos meses”.
En las calles del pueblo se observan cientos de cartuchos percutidos de AR-15 y AK-47. Foto: El Sur
Los pobladores ya están enojados y ya no van a “confiar en nadie”. Foto: El Sur
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Otras personas llegaron por su maíz, entre niños, mujeres y hombres llevaban los costales para subirlos a dos Torton que esperaban con el cargamento. “Nos alcanza para dos meses, estos amigos no se los llevaron, prefirieron llevarse las cervezas y el mezcal” comenta un agricultor mientras aplica los nudos a los sacos para aventarlos a los camiones.
San Rafael es “uno de los pueblos más productivos de la región y del estado, producen maíz y ganado; es el que más da en el municipio, si se nos cae habrá otro tipo de crisis” lamenta el alcalde Portillo Mendoza mientras camina por una tienda saqueada que era la más grande y abastecía de vivires a los pueblos vecinos.
La mayoría de los desplazados coincide en que de “nada sirve la presencia del Gobierno”. Foto: El Sur
De San Rafael salieron 700 personas luego de los ataques de la Familia Michoacana. Foto: El Sur
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“Estamos viviendo una crisis humanitaria, tenemos cientos de personas durmiendo en el piso, niños menores que no tienen la forma de subsistir, las familias aquí dejaron todo, hay falta de alimentación” y exigió al gobierno federal una base del Ejercito y la Guardia Nacional para que los desplazados regresen a sus comunidades.
Los desplazados regresaron a Guayameo antes de oscurecer, en sus camionetas cargaron colchones, lavadoras, juguetes, ropa, víveres y retratos; muchos llegaron sin la esperanza de regresar a sus casas, “no creen en las autoridades” dice un desplazado y finaliza con un “aquí vamos a dar balazos, no abrazos”.