Se cumplen 52 años desde que la Plaza de las Tres Culturas en la Ciudad de México fue escenario de la brutalidad e injusticia, donde murieron centenares de personas, principalmente estudiantes.
El 2 de octubre de 1968, elementos del Batallón Olimpia disolvieron con disparos la manifestación. Su distintivo era un pañuelo o guante blanco. Iniciaron los disparos de fuego que después serían respondidos por el Ejército, costando la vida de jóvenes que no hacían otra cosa que manifestarse.
Los estudiantes que perdieron la vida aquel día fueron pertenecientes al movimiento estudiantil que se gestó dos meses atrás, durante una disputa entre estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El enfrentamiento entre estudiantes fue tal que intervino un Grupo de Granaderos del Distrito Federal, tornando a la situación especialmente violenta, lo que desató una ola de reclamos sobre abuso policial que el gobierno intentó ocultar ya que las Olimpiadas serían llevadas a cabo en el país y los disturbios darían mala imagen.
Por ello, en la manifestación pacífica de los estudiantes el inolvidable 2 de octubre, el Ejército mexicano silenció por siempre a los jóvenes que ejercían su derecho de expresión.
El sangriento episodio pasaría a la historia de nuestro país como uno de los más lamentables, que hasta la fecha no se olvida.
Estos son cinco hechos sobre la masacre de aquel día, puntos que no dejaremos atrás pese a que ya ha pasado medio siglo desde entonces.
1. Se esconden las cifras
Aún cuando ya ha pasado el tiempo suficiente para que las investigaciones se esclarezcan, las cifras oficiales del gobierno siguen poniendo en alto que los decesos de aquel día sólo sumaron 26; sin embargo, la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos no está de acuerdo, pues estiman que fueron alrededor de 150 y 350 víctimas.
Además, se estiman cientos de heridos, entre ellos varios de gravedad por armas de fuego disparadas por los soldados.
2. Jóvenes llevados a un matadero
Antes de la masacre, los miembros del Consejo Nacional de Huelga (CNH): Luis González de Alba, Gilberto Guevara Niebla y Anselmo Muñoz, habían logrado negociar con el gobierno. Aún habiendo entablado una comunicación clara donde los estudiantes defendieron su derecho a la manifestación, el gobierno mantuvo un cruel plan.
Desplegó un operativo de militares y francotiradores encubiertos, vestidos de civiles, que se colocaron en los edificios y azoteas alrededor de la Plaza de las Tres Culturas, listos para abrir fuego contra los chicos.
3. La señal para iniciar la masacre
El gobierno planeó tan detalladamente la manera en que eliminaría a cientos de jóvenes, que su escuadrón de militares sabía perfectamente cuál era la señal para iniciar los ataques contra los aproximadamente 10 mil congregados en la explanada.
Los manifestantes llevaban una hora escuchando el discurso de los líderes cuando en el cielo de Tlatelolco brillaron dos bengalas lanzadas desde un helicóptero del Ejército, señal para comenzar a matarlos.
4. Sin cabida a la piedad
Fueron víctimas de la matanza no sólo estudiantes y profesores ahí reunidos, sino civiles curiosos, vendedores y vecinos de la zona. A todos sin excepción se les negó atención médica, dejando que las víctimas heridas se desangraran tendidos en la explanada.
Se tiene registro de que se negó la entrada a la Cruz Roja y la Cruz Verde.
5. La versión del Gobierno
Se justificó la acción militar y policial como respuesta a “un foco de agitación”, mencionando en todo momento que los Juegos Olímpicos se podrían llevar a cabo de manera óptima.
En entonces secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, sostuvo que “se tuvo que sofocar un tiroteo entre dos grupos de estudiantes armados con metralletas”.
La matanza del 2 de octubre será por siempre recordada como uno de los episodios más lamentables de la historia de México, dejando víctimas inocentes tras de sí y un fuerte reclamo por abuso de autoridad que nos acompaña hasta el día de hoy.
Por Redacción Digital Por Esto! MF