En el México del siglo XXI, aún persisten prácticas violentas destinadas a modificar la orientación sexual o identidad de género de las personas.
Estas prácticas, conocidas como “terapias de conversión” o esfuerzos para corregir la orientación sexual e identidad de género (ECOSIG), son condenadas por expertos como Tania Esmeralda Rocha Sánchez, investigadora de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, quien afirma contundentemente que “a eso no se le puede llamar ‘terapia’ porque no hay nada que curar”.
Desde el 26 de abril de 2024, y después de casi seis años desde que se presentó la iniciativa en el Senado, las llamadas "terapias de conversión" fueron prohibidas en todo México.
El Senado aprobó reformas al Código Penal y a la Ley General de Salud para prohibir y sancionar los ECOSIG, que intentan forzar a las personas a cambiar su identidad sexual.
Estas reformas, logradas tras un largo proceso legislativo, establecen sanciones de entre dos y seis años de cárcel para quienes participen en la realización o financiación de estas prácticas.
Las penas se duplican si las víctimas son menores de 18 años, adultos mayores o personas con discapacidad.
Contexto histórico y actual
Desde hace más de medio siglo, los principales organismos e instituciones de salud mental han declarado que la homosexualidad no es un trastorno ni una enfermedad.
No obstante, aún existen profesionales con información obsoleta o individuos con creencias religiosas que intentan "redirigir" las orientaciones sexuales e identidades de género de las personas, muchas veces a instancias de familiares o amigos que los recomiendan o engañan.
Las denominadas "terapias" pueden incluir aislamiento, secuestro y tortura. Lo más alarmante es que estas vejaciones a menudo quedan impunes, ya que las víctimas son amenazadas para que no hablen.
Estas prácticas datan de hace mucho tiempo, con precedentes en los campos nazis, donde los homosexuales eran torturados bajo la falsa creencia de que esto regularía su orientación sexual.
Hoy en día, estas prácticas son más visibles gracias a la creciente denuncia y activismo.
Avances legislativos y sociales
La aprobación de estas reformas en México se suma a los avances científicos que han demostrado de manera sistemática y contundente que la homosexualidad, las identidades trans y las expresiones de género no binarias no son problemas de salud mental.
Más bien, cualquier malestar psicológico o emocional experimentado por personas LGBTIQ+ es resultado de un entorno hostil y discriminatorio, no de su identidad per se.
El daño causado por estas prácticas es profundo y duradero.
Las llamadas "violaciones correctivas", comúnmente infligidas a adolescentes lesbianas o bisexuales por conocidos o familiares, tienen un impacto devastador en la salud mental, contribuyendo a la homofobia o transfobia interiorizadas, depresión e incluso ideación suicida.
Situación global y recomendaciones
De acuerdo con la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA), solo 16 países en el mundo han prohibido los ECOSIG a nivel nacional debido al daño emocional, físico y la vulneración de derechos humanos que provocan.
México se une a la lista en 2024, junto con países como Brasil, Ecuador, Malta, Canadá, Francia, Grecia, Israel, Nueva Zelanda, Vietnam, Bélgica, Chipre, España, Islandia, Noruega y Portugal.
Tania Rocha celebra este avance, pero enfatiza que es solo un primer paso.
Recomienda la guía "Nada que curar", elaborada por la FP en colaboración con otras instituciones y asociaciones civiles, para informar y empoderar a las familias y evitar que sean engañadas por quienes promueven los ECOSIG.
Esta guía ofrece herramientas para que las personas LGBTIQ+ puedan vivir en un entorno más pacífico y aceptante.
Con información de UNAM Global
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