Ramón Huertas Soris“De cada enfermo un tránsito de sanación formador de un sanador y místico inductor de la condición integrada y sinérgica de la vida humana con la naturaleza y el universo todo”. ¿Qué tan posible es, en futuro cercano, la empresa de nuestros mayas denominada Autosalud Maya? La salud es un tema de mucho poder de motivación. Cuando la salud se logra visionar, auxiliado por acciones educativas precisas, como un patrimonio de cada persona y, por tanto, como un derecho y también deber, entonces, el ser humano se enfrenta a la mejor de las opciones de desarrollo personal que pueda concebirse: erigirse en protagonista de su existencia, en el empoderado consciente de su gran potencial creativo, de su realidad presente y de su futuro; logrando así hacer su destino un producto de su voluntad. Si estás enfermo. ¿Cuál es el camino trillado, programado, a seguir? Buscar fuera de ti una opción de algo o alguien que te conduzca a la curación; para luego repetir el ciclo una y otra vez, con mayor o menor frecuencia. El hombre común, el programado en más de un 90% en todos sus actos, jamás podría convertir la enfermedad en oportunidad de desarrollo. Hablamos de una empresa cuya razón social sea contribuir a la salud de las personas, podrá convertirse en especialmente exitosa si sus acciones se fundamentan en educar para visionar la salud como patrimonio personal, derecho y deber. Entonces aflojará el yugo de las programaciones de la falta de ser voz y no eco; en fin, de la falta de protagonismo existencial en la vida de las personas. Tal empresa inducirá, educativamente, a que las personas enfermas en cualquier medida se proyecten no a la limitada, programada e incompleta tarea de recuperar salud; sino a recuperar conciencia de sí mismo, conciencia de los otros humanos y conciencia de la naturaleza y el universo todo, por la vía expeditiva de proyectarse a ser guías de sanación de otras personas enfermas.
Tan especial cultura de la salud, educativa y guía para el reencuentro humano con su esencia natural, podría cubrir el déficit actual de mística en la sociedad; déficit que explica cómo jóvenes son atraídos por pandillas que les ofrecen rituales y sentidos de pertenencia a grupos que se integran alrededor de valores y normas llenas de ficciones. Alguien que padece de una enfermedad ha construido una realidad propia con base en programaciones al respecto que son formas de inconsciente colectivo; se trata de una persona que ha sido codificada por influencias externas, que lo atan a una situación de transitar por tratamientos establecidos, que son nuevos refuerzos a la programación que es su enfermedad. Si por alguna novedad maravillosa en su vida un tratamiento de nuevo tipo lo induce a biodecodificarse, la llamada enfermedad dejaría paso a la manifestación de algo que estaba apantallado y que se llama salud intrínseca a la existencia humana. Por supuesto que la experiencia de la curación está llena de misticismo de altos quilates, de ese misticismo que nos acerca –por inducción generalizadora e inercia existencial- a nuestra naturaleza de personas conectadas con fuentes de energía y potencial infinitas.
Sabemos que la cultura maya es una evidencia de que el ser humano puede vivir conectado con la energía y la información por un método especial, por un inconsciente colectivo de programaciones naturales espontáneas llenas de finas y armoniosas afinidades. Los mayas encontraban en la naturaleza un centro de reunión de los hombres con los dioses, de las energías vitales de las personas con las energías universales. Sabían que sentir, pensar y hacer eran rituales para la armonía y equilibrio de todo lo que los rodeaba. Como la naturaleza era la capacitadora, educadora y ejemplo omnipresente de tal armonía y equilibrio, cuando el maya enfermaba recurría a la naturaleza, especialmente por vía de los seres maravillosos que son las plantas. Las plantas carecen de sistemas de locomoción y para cubrir con el requisito de intercambiar información y energización del entorno han creado millares de veces más sustancias que todas las demás formas de vida. El maya sabía que para cada enfermedad existen plantas restablecedoras del equilibrio, ese que hoy sin entender bien de que se trata llamamos salud.
La empresa “Productos de Autosalud Maya” es una alternativa humanista muy sugestiva, que invita a toda la sociedad a incorporarse a una cultura de vida, de relación del individuo consigo mismo, con los demás y con su entorno; una cultura que es positiva regresión a los estados armoniosos y equilibrados, genuinos, de la condición humana auténtica; donde no tiene lugar la biocodificación programadora de inconscientes colectivos, de paradigmas existenciales de bajos quilates. Siendo el formato proselitista de esa magnífica alternativa la formación de un ejército de seguidores que van pasando de ser biocodificados, socialmente programados, ecos existenciales, no protagónicos de su existencia y enfermos a ser biodecodificados, no sujetos a programaciones sociales, voces existenciales, protagonistas y autogarantías de las realizaciones de todo el potencial de sus vidas felices y saludables.
Empresarialmente el producto ofertado se comprará por la clientela inmensa de enfermos que lo recibirán con un sistema de incorporación a la mencionada campaña filosófica existencial, dotada de dosis suficientes de practicismo; comenzando por una capacitación fina alrededor de conocimientos precisos y suficientes respecto a su enfermedad en materia de terapias naturales y profilaxis con Métodos Integrales Psicosomáticos.