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Opinión

La ignorancia siempre es audaz

Max Lesnik

Sin dudas que vivimos en un mundo peligroso y más aún desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos. Las tensiones internacionales son cada día más graves, no sólo entre Estados Unidos y sus rivales más señalados como son China y Rusia, sino que también las relaciones de Washington con sus aliados tradicionales se deterioran a medida que al imprevisible mandatario norteamericano se le ocurre lanzar un mensaje de “Tuit” a las cuatro de la madrugada en el que sin ton ni son dispara una de sus andanadas contra algún gobierno amigo tradicional de Estados Unidos, provocando con ello una nueva crisis que afecta la imagen de seriedad de la Casa Blanca.

Así las cosas habría que preguntarse si antes de todo esto, ¿hubo en el mundo una situación parecida en la que la llegada al poder de un político mediocre, sin cultura alguna, pero con grandes habilidades para conducir fanáticos seguidores, pudo haber cambiado para mal el curso de la historia de la humanidad?

Alemania 1933 es la respuesta. La ignorancia de conocer las lecciones de la historia puede ser fatal para pueblos y naciones.

Más que Hitler –aunque nada lo absuelve–, lo más malo era el fanatismo “hitlerista”. Lo grave de esta tragedia americana es que la mitad del pueblo estadounidense está enfermo de fanatismo “trumpista”. Y la mitad son millones. Es que la ignorancia siempre es ciega y audaz.

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