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Víctor Flores Olea

Cuando se construía el “Partido de Regeneración Nacional” (MORENA) parecía todo ir “viento en popa”, y mucho más al observar los primeros resultados electorales, no sólo al nivel presidencial sino en prácticamente toda la pirámide política en México, comenzando por los ayuntamientos y pasando por ambas Cámaras hasta llegar al Ejecutivo Federal. La derrota de los contrincantes resultó abrumadora. Y, sin embargo, en tiempos posteriores a la primera elección con la presencia de ese partido, en diversos sondeos y encuestas, MORENA parecía todavía consolidar su fuerza electoral. Fenómeno único que se presentaba al margen de “chanchullos” y de las consabidas trampas electorales muy presentes en las anteriores elecciones mexicanas, que parecían haber echado en México sólidas raíces, hasta la llegada de Morena…

Sin embargo, en los últimos tiempos comenzaron a escucharse sobre el nuevo partido, por miembros del mismo incluso de larga data, insatisfacciones y críticas que no podían pasarse por alto. Las flechas inequívocas se lanzaban contra Yeidekol Polevnsky, quien se señaló debió dejar su plaza en funciones de presidenta del partido desde el 20 de noviembre último. En esto último han coincidido diferentes dirigentes del partido, como el presidente de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia, Héctor Díaz-Polanco, y Alejandro Rojas Díaz Durán, aspirante a la dirigencia.

Pero, además, el Consejo Nacional, encabezado nuevamente por Bertha Luján, es el órgano que tiene la facultad, inclusive, de nombrar una dirigencia provisional que se encargue exclusivamente de conducir al partido en tanto se repone el proceso interno y se nombra a quien presidirá MORENA por los próximos tres años, explicó Díaz-Polanco, en lo que coincidió Alejandro Rojas Díaz Durán, quien también aspira a encabezar el partido. Tal dirigencia provisional es el órgano que tiene la facultad de determinar lo consecuente y, en su caso, después de reponer el proceso interno nombrar a quien presidirá MORENA por los próximos tres años.

Rojas Díaz Durán sostuvo que los artículos transitorios 6, 7 y 8 de los estatutos partidarios impiden que continúen en el cargo los miembros del CEN de MORENA, las dirigencias estatales y el Consejo Nacional después del 20 de noviembre pasado, interpretación con la que coincidió plenamente Díaz-Polanco.

El problema mayor consiste en resolver acuerdos para renovar la directiva, que hasta ahora ha sido imposible por la negativa más que sospechosa de la actual diigente Yeidekol Polevnsky, que siempre, sacándolo del último de los botes de basura de los argumentos, objeta la renovación queriéndose aferrar al puesto todo lo que puede: ¿el manejo de una millonada en las arcas de Morena, partido que los ha recibido merecida y legalmente por su superioridad aplastante y sin objeciones en las urnas?

En consulta por separado, publicada en LA JORNADA, el senador Héctor Vasconcelos consideró que MORENA cierra el año como el partido más importante del país, pero es evidente que pasa por una crisis en lo inmediato y de su resolución dependerá que se mantenga como fuerza dominante o no. Consideró que “los enfrentamientos que se han dado no sólo en el Senado, sino dentro del partido y el aparato gubernamental, dañan gravemente a MORENA. De Nuevo, se desatan los intereses personales y se pierde la mística de servicio que nos ha inspirado Andrés Manuel López Obrador”. Vasconcelos advirtió que las pugnas que se han desatado, y que han trascendido al exterior del partido, “dañan gravemente su imagen ante la opinión pública; frenan su desarrollo justo en el momento en que debería estar solidificando su estructura y redefiniendo su papel. Si persisten los enfrentamientos y la incertidumbre, se verá severamente afectada la operatividad del partido en el momento en que va a ser más necesaria su cohesión y eficacia. No olvidemos que la oposición hará todo lo que esté a su alcance para detener el avance de la CUARTA TRANSFORMACION”, afirmó. Desde luego, se percibe con toda claridad el carácter personal de los intereses en juego, en primer lugar los de la señora Polevnsky.

El problema es que numerosos partidarios de MORENA coinciden ya plenamente con estos enfoques y análisis, sin que esta preocupación encuentre el mínimo eco en la actual directiva, que no parece muy interesada en consolidar e inclusive ampliar la fuerza política y electoral del partido. Es una pena, pero parecen en efecto repetirse algunos síndromes políticos del pasado, precisamente por los que ha luchado en contra MORENA.

Naturalmente, los militantes auténticos del partido abrigan todavía la esperanza de que la cuestión se resuelva adecuadamente, por vía de un diálogo y una negociación sin trampas ni dobleces. ¿Lo consentirá ahora la señora Polevnsky, en el horizonte del año 2020, comenzando desde el mismo mes de enero? ¡Absolutamente necesario que así fuera porque, de otro modo, más que una derrota política sería una verdadera vergüenza!

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