Francisco Javier Pizarro Chávez
Existe en las Redes sociales y medios de comunicación, una enorme confusión entre lo que es el pluralismo político y la diversidad social, conceptos que se presuponen pero no se corresponden.
El pluralismo es eje esencial de toda democracia, pues expresa y difunde la multiplicidad de opiniones y puntos de vista de grupos diversos políticos, económicos, religiosos, académicos; las actitudes éticas de gobernantes y ciudadanos de diversas regiones geográficas y —lo que en mi opinión es lo mas relevante—, representa por igual a minorías y mayorías y contribuye a amortiguar y en su caso reducir los conflictos sociales entre grupos con intereses contrapuestos, con apego a la justicia, la legalidad por la vía pacífica.
Los medios de comunicación tienen un papel relevante, inclusive mayor a los partidos políticos, pues son instrumentos mediante los cuales los ciudadanos tienen acceso para enterarse de los factores sociales, políticos, económicos, culturales, deportivos y recreativos presentes en una sociedad y por tanto, ponderar lo que les es positivo y negativo.
Desafortunadamente, los grandes medios de comunicación, radiodifusoras y medios de comunicación incurren con suma frecuencia en el isomorfismo, eufemismo de la palabra griega “igual” y “forma”, que en filosofía se define como “una relación entre objetos que tienen una estructura igual idéntica”, lo que los hace semejantes y establecen un nexo común.
Dicho de manera coloquial. Los medios de comunicación hacen eco del pluralismo político, pero desdeñan o hacen caso omiso de la diversidad social, lo que genera que diversas opiniones, denuncias, quejas, pensamientos de los más débiles, no aparezcan en sus programas informativos y en cambio las de los más poderosos en todos sentidos, se difundan en exceso.
La razón de ello, es simple. Los dueños de esos periódicos, televisoras o cadenas radiofónicas, saben que el pluralismo de los medios de comunicación es fruto del mercado y por tanto la publicidad y las ganancias son imperativos económicos que están por encima de todo, por lo que difícilmente pueden proyectar y/o reflejar la diversidad que caracteriza a lo social, en el ámbito ideológico, de razas, etnias, de género, lenguas, edades, salud, niveles de vida, y por supuesto, demandas y denuncias y respeto a sus tradiciones culturales, modos de vida y relación comunitaria.
No es de extrañar por tanto, que enarbolados en las banderas del pluralismo, la democracia, la división de poderes, los derechos humanos, la autonomía de las organizaciones de la sociedad civil, la institucionalidad, el orden y por supuesto, de sus privilegios, un día sí y otro también, cuestionen los programas de gobierno de la 4ta transformación.
Buscan a toda costa generar incertidumbre entre la población y por supuesto defender el status quo heredado de los gobiernos de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, que sumieron en la ruina la economía del país, entregaron los recursos nacionales a empresas trasnacionales, auspiciaron la corrupción gubernamental de sus tres niveles, pusieron en crisis el sistema de salud y de educación, hicieron pingües negocios con el Infonavit, sumieron en la pobreza extrema a millones de mexicanos y por si fuera poco dejaron una estela de más de 250 mil muertos y 45 mil desaparecidos.
Ahora se quejan las organizaciones de la “sociedad civil” de los programas de bienestar social; los jueces y magistrados del “Poder Judicial” y los “organismos autónomos”, critican la política de austeridad republicana que puso freno a sus sueldos exorbitantes, vaticinan una tasa de crecimiento inferior al 2% en los dos próximos años y una crisis presupuestal y restricción aguda de las finanzas públicas.
La oligarquía financiera, por supuesto, está inconforme que se hayan cancelado sus multimillonarios negocios de suministros de medicinas que tenían con el Sector Salud; Pemex, CFE y con obras de infraestructura con inversiones de miles de millones de dólares, financiados muchos de ellos con las Afores de los trabajadores mexicanos, entre otros muchos abusos al erario público.
Aunado a lo anterior festejan, sin recato alguno, que la Coordinadora de Trabajadores de la Educación encabezada por la Sección 22 de Oaxaca y otras entidades del Sureste, y Elba Esther Gordillo que busca retomar el poder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), impidan que el Estado sea el rector del sistema educativo y de la distribución de plazas de los maestros.
Y por si fuera poco, ahora resulta que también están muy solidarios con las comunidades indígenas, que con justa razón defienden su patrimonio, cultura y territorio.
A tal extremo han llegado que incluso el miércoles pasado dieron gran difusión al Comunicado del dizque comandante Moisés, (antes llamado subcomandante Marcos) del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el cual aprovechó el centenario de la Muerte de Emiliano Zapata, no sólo para criticar al gobierno de AMLO, sino inclusive para advertir una “nueva guerra” con la Guardia Nacional, que presuntamente realiza vuelos no para seguir y ubicar a los narcotraficantes, sino a los zapatistas.
AMLO no debe desdeñar y/o minimizar lo que está ocurriendo. Cierto es que como presidente de la Nación cuenta con legitimidad institucional y el apoyo de millones de mexicanos. Pero una cosa es el poder institucional y otra muy distinta la del poder político y económico, el cual no radica en los partidos políticos, sino en la oligarquía financiera nacional e internacional que se ha propuesto desestabilizar su gobierno al costo que sea, para preservar el modelo neoliberal vigente.
Enfrenta enemigos poderosos y colaboradores de su gabinete y dirigentes de Morena que dejan mucho que desear, los cuales en una situación de crisis política como la que se avizora, estarían dispuestos a dejarlo solo.
Reitero. Una cosa es el andamiaje de la pluralidad política democrática y otra la diversidad social. El presidente debe poner mayor énfasis en la diversidad social que, en última instancia, es la base de toda sociedad y de la 4ta transformación.
“Se tenía que decir y se dijo”, diría el nuevo meme del pollito que está conquistando las redes sociales.